Sin duda, el símbolo más representativo de la Semana Santa aragonesa es el tambor o el bombo. Instrumentos que a fuerza de percutir, hacen estremecer a aquellos que se acercan a las procesiones que se celebran en esta época del año. Percusión que los bicicleteros nos afanamos en aplicar a los pedales de nuestras monturas, aprovechando estos días de vacaciones que nos regala el calendario.
El Carajillo Alegre, en un afán de imbuir a su actividad ciclista del ambiente de las fechas que nos ocupan, intentó diseñar, con motivo de la celebración del Sábado Santo que supone el punto final de los días de ayuno y abstinencia, una ruta que evocase reminiscencias de la Semana Santa. Como quiera que no era cuestión de salir en bici con un bombo a cuestas, aunque las peroratas de algún carajillo nos pongan la cabeza como dicho instrumento, decidimos diseñar una ruta cuyo perfil orográfico, salpicado por una sucesión de “cucuruchos”, constituía una clara alegoría a los capirotes con los que los hermanos de las distintas cofradías cubren su cabeza durante las citadas procesiones. La ya tradicional “Ruta de los Cucuruchos” hizo los honores a tan señalada ocasión.
Preciosa postal de Aísa. Comienza la jornada. Dani y Alberto salen de Esposa al encuetro del resto de carajllos que vienen del Valle del Aragón.
Alto de Aísa. Ambos tienen la esperanza de que los demás no se demoren mucho para ahorrarse alguna subida.
Alto del Angelé. Por ahora no hay suerte y, como no vengan pronto, no habrá quien les libre de este corto, pero duro "cucurucho".
Alto de Aísa. Ha habido suerte y no han tenido que subir todo el Alto del Angelé. Una vez se "chocan" los dos grupos, emprenden camino conjunto hacia Lizara.
Alto de Aísa. Este "cucurucho" va desde Borau hasta Aísa. Sobre estas localidades hay un dicho que reza: "Borau, culo aujerau. Los de Aísa, sin camisa".
Aragüés del Puerto. A los de este pueblo les apodan "afumaus" y dicen que "en Aragüés, d'a punta coda ta tres".
Alto de Lizara. Nos internamos en el magnífico bosque de Labati.
Alto de Lizara. Los colosos Bisaurín ( 2669 mts.) y Napazal ( 2125 mts.) nos observan desde las alturas.
Alto de Lizara. A medida que ascendemos, la carretera se vuelve más exigente.
Alto de Lizara. Una perspectiva del desnivel. Desde luego, en las curvicas de esta subida hay que levantar la parte del cuerpo que acostumbra a estar en contacto con el sillín.
Alto de Lizara. Sobre nuestras cabezas, Napazal.
Alto de Lizara. Esta foto se titula "La insignificancia de los ciclistas ante el avasallador poder de la Naturaleza".
Alto de Lizara. Foto para el palmarés. Dani, Alberto, Enrique, Felis y Gerardo. Para delicia de los mitómanos, decir que en esta foto hay dos vencedores de la Quebrantahuesos... bueno, vale, y también un vencedor de la pequeñica, la Treparriscos.
Jasa. De vuelta, este pueblo tiene una entradica que se las trae.
Alto de Puyarrón. Esta vaca se nos quedó mirando con unos ojicos... No sabemos muy bien sus intenciones, pero yo creo que le gustamos.
Alto de Puyarrón. Las típicas curvas donde el ciclista se aberroncha contra el rocaje vivo.
Alto de Puyarrón. ¡Alberto, espera que estamos abrochándonos el chaleco!. Como se nota que abajo, en Aísa, nos esperan los trofeos.
Fotografías y Asistencia Técnica: Eva (El Carajillo Alegre).
Aísa. Entrega de trofeos. Como es habitual, en el altamente recomendable Hostal Igüer de Aísa, tuvo lugar el momento más anhelado de la jornada. A partir de aquí, mientras Dani y Alberto se quedaban en Esposa, el resto todavía teníamos que dar buena cuenta del alto de Aísa y del Angelé antes de llagar a nuestras respectivas moradas.
Fotografías y Asistencia Técnica: Eva (El Carajillo Alegre).