Rubén y Dani llegaron con cierta ventaja a las estribaciones del puerto de Sierra Mayor, junto a Paules y Tolosana.
El pasado domingo se disputó una de las “clásicas” de la temporada ciclista aragonesa: La Subida a Monlora. Una carrera popular que este año ha alcanzado la 27ª edición. Sí ha leído bien, “carrera popular”. En El Carajillo Alegre nos preciamos de llamar a las cosas por su nombre, aún a riesgo de grajearnos el desdén de algunos, y, desde luego, este tipo de pruebas ciclistas hace décadas que dejaron de ser “cicloturistas”. Una cita ciclista con clasificación y trofeos puede denominarse de la manera que se desee, no en vano estamos en la “Legislatura del Eufemismo”, pero ello no le inhibirá de la realidad. Además, la ventaja de este tipo de carreras es que si no tienes un día bueno o no te apetece forzar más de lo deseado, siempre puedes dedicarte a pasar un “bonito día de ciclismo”. Seguramente, esa sea clave del éxito de esta clase de acontecimientos ciclistas: que cada uno se los puede tomar como quiera de acuerdo a sus posibilidades o criterio genital, ajeno a la tiranía del cierre de control u otros condicionantes propios de las otras carreras.
En esta edición, como viene siendo habitual y dado que no había otras competiciones por los alrededores, se dieron cita en la línea de salida bastantes corredores de las categorías eminentemente competitivas, sobretodo con licencias de master, senior e, incluso, elite/sub-23. Estos últimos, es lógico que aprovechen estas carreras en el solar patrio para ejercitar su ego competitivo. Si tienen a bien observar el calendario de la Federación Aragonesa de Ciclismo, a fecha de hoy, estos zagales todavía no han tenido ninguna competición propia y tendrán que esperar hasta el dos de Mayo para coserse un dorsal en una carrera elite/sub-23 aragonesa. En junio tendrán otras dos, en Agosto tres y en Septiembre otras dos. Por lo tanto, es normal que aprovechen “carreras populares” como la Monlora para matar el gusanillo de la competición. De lo contrario, la otra opción que les queda pasa por cambiar de licencia y competir con los veteranos. Perdón, con los “master” que suena mucho mejor. Usted va el lunes al “curro” y mientras da buena cuenta del bocadillo, durante el almuerzo, su compañero se interesa sobre lo que ha hecho durante el fin de semana, por hablar de algo, y, claro, no es lo mismo decir que ha estado corriendo una “carrera de veteranos” que una “carrera de master”. No me negará que suena mucho mejor.