miércoles, 29 de diciembre de 2010

2010: El año que se fue "El Profesor"


Para los carajillos más nostálgicos o, si lo prefieren, aquellos que añoran el ciclismo de otras décadas, 2010 no se recordará por haber dejado una impronta especial en cuanto a épica ciclista se refiere. Quizá las pinceladas de siempre que acostumbran a regalarnos los artistas de las clásicas y algún que otro tímido trazo en los otrora sublimes lienzos de las grandes vueltas que, sin embargo, no pasan desapercibidos a los ojos de los aficionados pese a los ya tradicionales borrones que enmascaran cualquier atisbo de lo que pudiera llegar a ser un magnífico año. Por lo menos una añada memorable.


No recordaremos 2010 como el año en que por fin un grandísimo corredor como Tom Boonen, ganador de carreras ciclistas en multitud de latitudes, inauguró su palmarés de éxitos en Italia. Hasta su victoria en la segunda etapa de la Tirreno-Adriático, el belga jamás había ganado una carrera en el país transalpino. Lo cual, no deja de ser curioso. Los carajillos recordaremos este año que se nos escurre entre los dedos, como el de la magnífica escapada de Diego Tamayo en el Campeonato del Mundo que tuvo “patas arriba” durante doscientos kilómetros a la élite del ciclismo mundial. Pero las hojas del calendario siempre tienen reservado un espacio para el obituario y, en este caso, en lo que a los genios del arte del pedal concierne, no podemos obviar la pérdida del gran Laurent Fignon.


En 2009 se le diagnosticó el cáncer que acabó con su vida hace unos meses. "Maldigo mi enfermedad. Es mi cuerpo contra mí y no puedo aceptarlo". Laurent Fignon, uno de los últimos grandes campeones de la época dorada del ciclismo. “El profesor”, apodado así por aquella imagen de intelectual que le conferían sus eternas gafitas redondas, irrumpió con tan sólo 22 años en el escalón más alto del podio del Tour de 1983. Su primer Tour de Francia. Un año más tarde, volvió a ganarlo, tras el sinsabor de un Giro de Italia que debería de haber ganado y que él siempre consideró que se lo habían robado, en favor del ídolo local Francesco Moser, argumentando que “no sólo escamotearon las montañas, también hicieron trampas para que yo no ganara, y eso no lo acepto, nunca lo aceptaré”. Paradojas de la vida, cinco años más tarde, su victoria en la Corsa Rosa se vería empañada por la amarga derrota que sufrió en el que iba a ser su tercer Tour victorioso y que perdió en la última contrarreloj por sólo ocho segundos. La diferencia más exigua que jamás ha separado al segundo clasificado del vencedor del Tour de Francia en toda su historia. En cierta ocasión, un aficionado le reconoció y le dijo: “Tú eres el que perdió el Tour por ocho segundos”. A lo que él respondió: “No, yo soy el que ganó el Tour dos veces”. Lo que demuestra el carácter de una estirpe de campeones que, en ocasiones, echamos de menos en el actual ciclismo. Fignon nunca estuvo de acuerdo con las innovaciones técnicas que usó el norteamericano Greg Lemond en aquel Tour de 1989 (manillar de triatleta y casco aerodinámico), así como su enfoque exclusivo hacia la disputa únicamente de la carrera gala. Según el parisino, todo este tipo de controvertidos detalles corrompieron la pureza del ciclismo.

En la última contrarreloj del Tour'89 Fignon perdió una carrera que parecía tener asegurada. Renunció al manillar de triatleta y al casco aerodinámico. Algunos interpretaron esta decisión como el motivo de su derrota.

Legendaria fue la rivalidad con el otro astro francés del que fue compañero de equipo en sus inicios, Bernard Hinault. El bretón era la antítesis de nuestro protagonista al que calificaba, junto a su inseparable amigo Pascal Jules, como “dos chulos parisinos”. Finalizadas las respectivas carreras deportivas de ambos, retomaron una cordial relación. Quizá por haber vivido aquellas míticas disputas entre campeones, Fignon declaró el pasado verano, días antes de morir, que “lo que he visto en el Tour entre los dos favoritos es inconcebible. El ciclismo no es un juego entre amigos. La competición debe ser sin piedad, especialmente cuando se está en carrera”.


En 1993, desilusionado viendo como cambiaba el ciclismo, su ciclismo, denunciando cómo se empezaban a cometer unos errores que le iban a acarrear unos daños irreparables, como por ejemplo el uso de la EPO que comenzaba a aparecer, mantenía que la EPO cambió para siempre el carácter del deporte, porque permitía a “burros convertirse en purasangres”, Laurent Fignon decidió poner punto final a su carrera ciclista, diez años después de su estelar irrupción. En su último Tour, en la ascensión a la Bonette-Restefonds que en aquella edición constituía el techo de la carrera con sus 2.802 metros de altitud, se dejó caer voluntariamente hasta la última posición, ajeno a las disputas de los Indurain o Rominger, subiendo a su ritmo, tranquilo, las manos apoyadas en el manillar y paladeando todo aquello que le rodeaba y que el fragor de la batalla, en anteriores ocasiones, no le había permitido columbrar. "Subí como un cicloturista", dijo. "Miré el paisaje, disfruté de la ascensión, disfruté del ciclismo. Todo era armonía a mi alrededor. El ciclismo podría seguir sin mí. La vida continuaría conmigo". Enjoy Cycling.

En 2009, Fignon escribió un libro, Cuando éramos jóvenes y despreocupados, una autobiografía cuyas últimas líneas podrían ser, perfectamente, su epitafio. "He sido solo un hombre que ha hecho todo lo posible por abrirse un camino hacia la dignidad y la emancipación. Ser un hombre".

Un jovencísimo Laurent presto a disputar el Prix de Champdeui en 1976.


Milán- San Remo 1989. De esta guisa se impuso por segunda vez consecutiva en el "Mundial de Primavera".


Tour de Francia 1993. En su última participación hizo alarde del más genuino espíritu Enjoy Cycling.




martes, 28 de diciembre de 2010

Gerardo y Rubén la cuelgan


Habida cuenta de que desde un tiempo para esta parte estamos, dicen, sumergidos en un “ciclismo de dos velocidades”, se imponen varias alternativas a dicha tendencia. Unos prefirieron en su día “borrarse” del juego, otros sobrevivir con la mayor dignidad ajenos a resultados y oropeles reservados a la élite imperante, algunos adaptarse al cambio jugando con las mismas armas que éstos. Bien podría encuadrarse en esta última tendencia la decisión que han abanderado dos ilustres carajillos. Gerardo y Rubén, “hartos de ver a algún que otro rival participando en carreras de bicicletas en moto”, palabras textuales, han decidido llevar al extremo aquello de que “si no puedes con tu enemigo, únete a él” y ni cortos, ni perezosos se han pasado al mundo de las dos ruedas …motorizadas.



Como lo oyen. Los dos buques insignia de El Carajillo Alegre master han tomado la decisión de colgar la bicicleta, para pasarse al mundo de las motos. Es más, están intentando, por ahora sin éxito aparente, que otros carajillos les emulen en dicha diáspora, en un afán de que El Carajillo Alegre pase a ser un grupo de moteros, en lugar de una cuadrilla de bicicleteros.



Como quiera que el resto de carajillos todavía nos consideramos, con mayor o menor fortuna, ciclistas y que no es nuestra intención pasarnos al mundillo de las motos, desde El Carajillo Alegre lamentamos estas dos sensibles bajas y les deseamos la mejor de las suertes en esta nueva aventura que deseamos les proporcione la felicidad que se merecen. Todo en esta vida tiene fecha de caducidad. Por ese motivo Gerardo y Rubén han finalizado un ciclo en El Carajillo Alegre, pero saben que aquí tiene un grupo de amigos para lo que necesiten … mientras no sea dinero.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Frío, mucho frío



Como quiera que la Tronca de Navidad o Cabirón ha sido generosa esta añada “cagando” turrón y “meando” vino blanco, es menester disipar en la medida de lo posible la herencia calórica de dichos manjares haciendo lo que más nos gusta: salir en bici. El Carajillo Alegre, institución apegada a las tradiciones, no podía dejar pasar la festividad de San Esteban y hoy, 26 de Diciembre, se imponía diseñar una ruta que rindiese homenaje a uno de los primeros siete diáconos consagrados por los Apóstoles. Por ello, no es casualidad que nuestro periplo dominical incluyese la ascensión al Alto de San Esteban como el hito principal que jalonaba nuestra ruta bicicletera.



Parece ser que el Santo, cuya onomástica celebramos hoy, murió lapidado a manos del Sanedrín de Jerusalén, lo cual devino en ser el patrono de los canteros, marmolistas y todo aquel que trabaje la piedra en recuerdo de su martirio. Traigo esto a colación del estado de nuestras piernas por motivos del lacerante frío imperante. Es lo que tiene el invierno. Si bien, alguno de los carajillos tiene a bien despojarse de los guantes, ajeno a la temperatura reinante por muy baja que sea, de tal manera que se ha acuñado con éxito la expresión “Eres más inútil que los guantes de Luisito”, en clara referencia a lo accesorio de dichas prendas, para otros indispensables en las fechas que nos ocupan.


Alto de Sierra de Luna. Preciosa imagen. No por los protagonistas de la misma, sino por el paisaje que se aprecia en la misma. A la izquierda, la atalaya más famosa de las Cinco Villas para los ciclistas: La Monlora. Detrás, las cumbres nevadas del Pirineo Aragonés Central y Occidental en todo su esplendor. Delante, Luisito mostrando sus desnudas manos ajenas a la incomodidad de, en su caso, los inoportunos guantes.


viernes, 24 de diciembre de 2010

Carajillada Navideña

Hoy hemos disfrutado de la Tercera Edición de la ya tradicional Carajillada Navideña. Después de que la añada pasada no pudiéramos hacerlo sobre las dos ruedas por culpa de la caprichosa lluvia, en esta ocasión, gracias a nuestro amado Cierzo, las nubes, en ocasiones bastante oscuras, apenas esperaban unos segundos sobre nuestras cabezas. Un año más, hemos cumplido nuestro objetivo que no es otro que pasárnoslo bien y hacer los debidos honores a nuestro patrocinador Enjoy Cycling. Debido a los condicionantes meteorológicos (más bien eólicos) y a las obligaciones laborales de algún compañero de fatigas, hemos decidido variar el recorrido por Longares, Alfamén, Calatorao, Epila (Parada Técnica) y Alagón.

Chuané, para una vez que se pone a tirar en toda la mañana, sale en la foto.


Este año hemos tenido bastante suerte con las averías mecánicas. Mientras que en la primera edición contabilizamos hasta ocho pinchazos, en esta ocasión sólo hemos sufrido uno. Por si acaso, Enrique se dispone a llamar a casa por si la cosa se alarga un poco más de la cuenta.


Chuané estaba hoy en plan fotógrafo. Aquí lo pillamos con las manos en la masa. Después puntualizó diciendo que no eran fotos, sino videos.


Alberto “Mochuelo” alegre y feliz mientras espera que otro carajillo repare el pinchazo. “Conlo bien qu’iba”.



José Miguel en la “oficina” con “El Figurín” Toño.


Parada Técnica. Jesús, Luis, Michel y Ricky posan delante del Arbol de Navidad.


No cabíamos todos en la mesa. Aquí podemos ver a Raul, Dieguechu, Sebas "Bizcochito", Dani "El Contaminao", Jorge "El Maño", José Miguel (mostrando la publi), Carlos "El Chiviao", Alberto "Mochuelo", Rubén "Carajillín", Rubén "Lenguagato" y el "Figurín" Toño. Y aún faltaba alguno más que no ha salido en la foto como Luis "Mákina" y Luisito. Ah! y Chuané ahí detrás con la cámara.


Fernandico, Enrique y Dani le han pedido algo a Mama Noel.


La carajillada desde la retaguardia.


Nada mejor que unas “bebidas isotónicas” para recuperar del esfuerzo.


Todos para uno y uno para todos. Algunos integrantes de la carajillada han decidido pasarse a una suerte de Duathlon que combina el ciclismo y la esgrima.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Visual Enjoy Cycling. Diciembre 2010

Oscar Pujol ha realizado una gran temporada en las filas del Cervelo Team, pero no ha sido suficiente para garantizar la continuidad del equipo. Para 2011 ha encontrado acomodo en las filas del potente Omega Pharma-Lotto. Lo que nadie sabía es que durante el pasado Tour de Francia, protagonizó cierto flirteo con la escuadra de Eusebio Unzué.

Oscar Pujol en el Tour de Francia con Caisse d’Epargne. La cámara de nuestro enviado especial a la Grande Bouclé, Grajan Guasón, nos ofrece en exclusiva para El Carajillo Alegre el inédito documento gráfico.


Todos tenemos un pasado. Y el mejor especialista de todos los tiempos en el Tour de Francia también, aunque sea un pasado triatleta. Yo ante esta imagen no me decido en qué detenerme: si elogiar esa viserica para atrás, si dedicar una merecida loa a esas psicodélicas gafas, si hacer los debidos honores a esas zapatillas que también tienen su puntito, … pero qué me dicen de ese bañador al más puro estilo “turbopacket”… Y para rematar, la camiseta de su progenitor no cabe duda que delata a un orgullosos padre, pero le salva que en aquella época todavía no se había acuñado el término “frikie” que sino…


En estas entrañables fechas es común recibir regalos, aguinaldos, etc. Pero nada supera a una buena Cesta de Navidad. A Svein Tuft parece que se le adelantaron las Navidades, porque fue agasajado con esta de la imagen en el Eneco Tour.


Otros prefieren juguetes. En exclusiva, les desvelamos el regalo que ha pedido el carajillo José Miguel (Alabike.com) a los Reyes Magos.


El Carajillo Alegre desea a todos sus lectores, simpatizantes, amigos, conocidos y demás fauna ciclista una FELIZ NAVIDAD y un 2011 lleno de dicha. Hou, hou, hou!

sábado, 18 de diciembre de 2010

La edad de jubilación


Habida cuenta de la crisis económica que azota nuestra sociedad y la forma de gestionarla por aquellos a los que pagamos para tal menester, parece inevitable retrasar la edad de jubilación para mantener el actual sistema de pensiones. Pensará algún lector que como consecuencia del despilfarro de la llamada “caja de las pensiones”. Sí, bien pudiera ser. Pero lo que sí se constata sin dificultad es que la esperanza de vida ha aumentado en las sociedades desarrolladas. Cada vez somos más los que vivimos más. Esto que aparentemente es una buena noticia, también lo es para los organizadores de carreras máster, pues no cabe duda de que aumenta la potencial clientela, máxime cuando pese a las estrecheces económicas, nunca falta pecunia para la inscripción dominical.

Joop Zoetemelk. Ganando un Mundial con casi cuarenta años.

No por repetido hasta la saciedad, deja de ser menos cierto el axioma que adjudica al ciclismo máster el más esplendoroso presente, a la par que un futuro prometedor. Bien pudiera parecer esto último una entelequia, por aquello de tratarse de una categoría condicionada por la edad y las limitaciones físicas que las hojas el calendario se obstinan en infligir. Pero hay voces que aseguran que no necesariamente es cierto lo anterior y ciclistas que se empeñan en demostrarlo, echando por tierra teorías que se antojan lógicas.


La “Memoria Histórica Ciclista” nos advierte de que el ciclismo permite trayectorias deportivas longevas al más alto nivel. El amable lector de El Carajillo Alegre, instruido en materia velocipédica donde los haya, no habrá pasado por alto que los aspirantes a las clásicas más duras no pierden opciones de triunfo con la edad, sino más bien todo lo contrario. Pero los “fondistas”, aquellos especialistas en carreras por etapas donde la recuperación es un factor clave de cara al éxito, tampoco parece que pierdan muchas opciones a tenor de ejemplos como Iñigo Cuesta (1969), Chris Horner (1971) o Jens Voight (1971), por no citar el caso más significativo, el de Lance Armstrong (1971) que volvió con 38 años a ocupar un cajón del podio del Tour de Francia, después de dejar de competir durante tres años, y todavía sigue al más alto nivel con una edad en la que podría correr en la categoría Master-40.

Malcolm Elliot.

El del texano no es el único caso de “comeback” protagonizado en los últimos años por ciclistas de alta alcurnia. Seguramente, nuestros lectores más veteranos recordarán a un espigado británico que llegó a correr en equipos españoles como Teka o SEUR, un tal Malcolm Elliot (1961) que dejó de competir en 1997 y se lo pensó mejor seis años más tarde, reintegrándose al mundillo máster primero (era común verle por Mallorca en octubre), para ir posteriormente compaginando las competiciones más propias de su edad con otras que parecen reservadas a imberbes ciclistas, lo cual le ha posibilitado ser Campeón del Mundo Máster (2006) a la vez que volver al profesionalismo. No en vano, este año ha competido en el Motorpoint - Marshalls Pasta, luego de pasar por el Candi TV-Pinarello RT como ya vimos en un video que les ofreció El Carajillo Alegre a principio del presente mes.

Erik Zabel pasó a prfesionales después de los JJ.OO. de 1992.

Otro de los mitos relacionados con la edad y el ciclismo, versa sobre la pérdida de velocidad a medida que los sprinters van soplando velas. El ejemplo más reciente de que no siempre es así es el del controvertido italiano Mario Cipollini que con 38 años seguía ganando “volatas” en la temporada de su retirada (2005). Si bien, “El Rey León” también protagonizó su particular y fugaz “reentré” al profesionalismo en 2008 en las filas del no menos controvertido equipo norteamericano Rock Racing y con buenos resultados, por cierto. Otro gran velocista que se ha retirado recientemente (2008) con 38 años y ganando carreras hasta el final de su periplo profesional, es el alemán Erik Zabel. En las pruebas de “Seis Días”, en pista, muchos especialistas rondan los cuarenta y el actual Campeón Olímpico de Madison (lo que antaño llamábamos “americana”) se llama Juan Curuchet, es argentino y logró la presea dorada con 43 años.

La edad no fue nunca un problema para el gran Cipolla.

El argentino Juan Curuchet. Campeón Olímpico de Madison con 43 años.

También los especialistas en la lucha individual contra el reloj tienen motivos para ver pasar el tiempo sin pensar en la retirada necesariamente. Ahí tienen el ejemplo del italiano Francesco Moser que fue profesional hasta los 37 años y que ya había celebrado 34 cumpleaños cuando batió el Récord de la Hora. En 1994, con 42 años, protagonizó un retorno puntual con el objetivo de volver a batir el récord de nuevo, si bien, ninguna de las tentativas tuvo éxito.

Imagen reciente de Franceco Moser. No me negarán que todavía conserva una planta envidiable.

Los holandeses Hennie Kuiper y Joop Zoetemelk durante el Tour de 1980.

Desempolvando algunos retazos del desván de la memoria, podemos admirar algún otro caso de “masters” ganando en profesionales como el del holandés Joop Zoetemelk que con casi 39 años ganó el Campeonato del Mundo de 1985, dos años antes de imponerse en la Amstel Gold Race, siendo ya “master-40”. Precisamente, en aquella primavera de 1985, el citado Zoetemelk vencía en la Tirreno-Adriático, mientras que otro “abuelico”, también holandés, llamado Hennie Kuiper, ganaba la Milán-San Remo con 36 años, tres años antes de abandonar su carrera profesional con 39 primaveras.

Zoetemelk y Kuiper subiendo Alpe d'Huez en 2006.


Los hábitos competitivos parecen ser determinantes como condición de una longeva carrera deportiva al más alto nivel. “Corredores como Merckx e Hinault eran auténticos animales que iban a todas las carreras con la intención no sólo de ganar, sino de arrasar. Sin embargo, ciclistas como Zoetemelk y Moser fueron mucho más calculadores a la hora de enfocar sus objetivos que solían ser uno o dos por temporada. Seguramente esto les permitió estar más frescos y poder correr durante más tiempo”. Así piensa Nathan Dahlberg, un neozelandés que pasó a profesionales en 1988 con el mítico 7 Eleven y que todavía compite en las filas del Marco Polo Cycling Team con 46 añitos. Para este “master” que ha corrido un par de Tours y que ha logrado, entre otros triunfos, una etapa en la Vuelta a Suiza, la cuestión radica en la forma de vida de cada uno. “Obviamente, no puedo hablar por todos, pero realmente no creo que el declive físico sea mucho. Un poco, por supuesto, pero es la forma de vida de cada uno donde está el problema. Pienso que frecuentemente queremos creer que somos demasiado viejos o es demasiado tarde. Pero personalmente, no creo que sea así”. Parece que la vida se vuelve más complicada a medida que te haces mayor y el tiempo pasa más rápido. “Cuando tienes veinte años, tienes lo mejor por delante, cuando llegas a los cuarenta, está por detrás”, afirma Dahlberg. “A los veinte, sales a entrenar, vuelves a casa, duermes y recuperas. Y al día siguiente otra vez. Cuando te vas haciendo mayor, tienes un montón de cosas más de las que preocuparte. Si sales a entrenar, normalmente, lo haces antes o después de ir a trabajar y cuando vuelves, tienes que ganarte la vida y ocuparte de cuestiones familiares o cotidianas. Por lo tanto, no tienes la oportunidad de recuperar como lo hacías cuando eras joven y eso te limita tu entrenamiento diario. Es muy sencillo malinterpretar lo que ocurre y, simplemente, achacarlo a un declive físico. Estoy convencido que el principal factor son nuestras obligaciones y las restricciones que conllevan”.

Desde luego, algo inherente a la edad es la sabiduría que bien pudiera suplir ciertas limitaciones físicas que pudiera acarrear por otro lado.

Hennie Kuiper venció en la Milán-San Remo de 1985 a la edad de 36 años.