sábado, 11 de diciembre de 2010

Lección 2. "Conlo bien qu'iba"

En estos tiempos de globalización y mestizaje, es común entre los ciclistas mezclarse con grupetas ajenas a su habitat natural. Es por ello, que desde El Carajillo Alegre consideramos indispensable la publicación de un curso sobre vocablos y expresiones propias de la zona en la que nos movemos, léase Aragón, para que todos aquellos bicicleteros que tengan a bien rodar en grupetas aragonesas comprendan y entiendan aquellas expresiones propias de nuestra tierra y, de esta manera, resulte más fácil la integración.


Lección 2. "¡Conlo bien qu’iba!”.



Escenario. El afamado carajillo oriundo de Aragón se halla inmerso en el fragor de la competición. Bien pudiera tratarse de una carrera master, por dotar de mayor épica al hecho. Hasta ese día sus prestaciones no habían sido las deseadas en las pruebas precedentes. A medida que pasan los kilómetros, se suceden los ataques y se multiplican las tácticas, si bien no consiguen romper todavía la fisonomía inicial del grupo participante. Esto anima a nuestro protagonista que todavía no ha perdido las opciones teóricas, eso sí, de aspirar a todo en esa refriega con dorsal. Absorto en estos planteamientos, un familiar y aborrecible sonido le devuelve a la realidad. Un breve instante y la sensación de pedalear sobre el mismísimo asfalto le confirma lo evidente: ha pinchado su rueda trasera. Se apresura a señalizar su infortunio y se aparta con cuidado hacia el arcén derecho de la carretera, todo ello jalonado por una retahíla de improperios, juramentos varios y recuerdos a los progenitores de la rueda, como si ésta fuera fruto de una relación carnal. Una vez echado el pie a tierra y en espera de la reparación del infortunio (antaño quedaron los tiempos en que en una carrera master algún corredor carecía de asistencia técnica en carrera. Hoy en día cualquier Master Pro Tour que se precie, disfruta de más atenciones que Fernando Alonso. De lo contrario, se interpreta que se trata de un descastado carente de un lugar en esta privilegiada casta ciclista), es cuando nuestro carajillo en cuestión lanza a los cuatro vientos el lamento que hoy nos ocupa: “¡Conlo bien qu’iba!” .



Sirva la recurrente excusa del pinchazo en la rueda trasera para ilustrar el capítulo que nos ocupa en esta ocasión, aunque pudiera haberse tratado de cualquier otra avería mecánica que impida la marcha del protagonista. Lo realmente relevante es que cuando ocurre el imprevisto en cuestión, coincide con el momento de la temporada en que se ha dado la conjunción de todos los elementos mundanos y divinos para triunfar ese día y que, por supuesto, no se habían dado hasta ese momento. Ese era el día señalado. Las sensaciones eran inmejorables, las mejores, pero esa maldita incidencia ha dado al traste con todo. Después se pueden dar circunstancias varias como, por ejemplo, reemprender la marcha y, haciendo uso de una inverosímil lógica matemática, concluir con aseveraciones tales como: “Después íbamos viendo a los primeros todo el rato”, completada con aquella otra que suena tal que así: “Los íbamos viendo y subíamos más deprisa que los de delante”. Como quiera que nunca se produce la unión con los de cabeza, no intenten hacer números para confirmar este último axioma, pues esta sección pretende explicar el significado de combinaciones de palabras, ajena a cualquier base científica.



Origen etimológico. El “¡Conlo bien qu’iba!” parece proceder de la expresión castellana “¡Con lo bien que iba!”. Si bien el origen parece evidente, en el caso de ser usado por un carajillo aragonés, encierra varias connotaciones singulares. Como ya hemos destacado, en nuestro caso, se da cuando por culpa del percance sufrido se pierde la oportunidad de disfrutar de un estado de forma insuperable, de unas buenas sensaciones jamás experimentadas y, en resumen, de la mejor situación vivida encima de una bicicleta. Nada tiene que ver que un día antes nos adelantara hasta el carrito de los helados o que un día más tarde esas maravillosas sensaciones no se vuelvan a experimentar y, por supuesto, no tengamos la excusa de una avería para justificar nuestra decepcionante actuación velocipédica. En lo sucesivo, se recordará ese momento como el más decisivo de la temporada, el que hubiera cambiado el devenir de nuestra existencia ciclista, el que nos hubiera propiciado ascender en el áureo escalafón de la categoría y despojarnos de los harapos que invisten a un “venido a menos”.



Es probable que el ciclista forano tenga ciertas dificultades a la hora de entender o identificar la expresión que hoy nos ocupa, por ello le ofrecemos otras aledañas que sirvan para su comprensión dentro de un contexto como, por ejemplo: “Hoy sí que iba bien”, “Si no hubiera pinchado…”, “Hoy sí que tenía piernas”, “Me ha ido a pasar el día que mejor me encontraba”, etc. Por citar las más comunes, pero sin obviar la más famosa, propia de un ilustre carajillo:

“¡Iba bien, eh!”. (Rubén “Carajillín” dixit).