Un viejo dicho de la gente del monte dice que para vencer a la montaña no hay que luchar contra ella. El truco es saber adaptarse a las condiciones que nos imponga. Dicho axioma se lo debieron grabar a fuego Carlicos y Felis al presionar el botón para finalizar la llamada en sus respectivos móviles, luego de aceptar la última locura, y van unas cuantas, propuesta por Rubén “Lenguagato”.
Aquel mediodía de algún caluroso día de Agosto, Rubén tiró de agenda, sección “carajillos chalaos”, con el fin de embarcar a todo incauto que se dejase en la enésima embolada de la temporada: nada más y nada menos que participar en la temida Larra-Larrau. Una vez perpetrada su fechoría, sus interlocutores se pusieron en contacto entre si. Felis, todavía no se había hecho a la idea de que había aceptado algo a lo que siempre se había negado. Preocupado por lo voluble que se estaba tornando su voluntad en los últimos tiempos, cuando de agradar a Rubén se trata, preguntó a Carlos: “Oye, ¿te ha llamado Rubén para apuntarnos a la Larrau?. Yo le he dicho que si acaso, a la corta, porque al día siguiente corremos en Barbastro”. Carlicos contestó con un hilo de preocupación en su voz: “Sí, sí. Le he dicho que bien. Ya me ha contado que tú le has dicho que sí, que a la corta…”. Felis se percató de la incertidumbre que emanaba de las palabras de su amigo: “Te pasa como a mí, ¿verdad?. Que te estás empezando arrepentir”. A lo que Carlos respondió: “Pues sí, tío, podríamos habernos apuntado a la larga”. Dicha afirmación convenció a Felis de que debe empezar a seleccionar las compañías bicicleteras que frecuenta. Estos brotes de demencia ciclista no pueden ser buenos y seguramente deben ser contagiosos. Desmoralizado, llamó al otro carajillo abordado por Rubén “Lenguagato” y que no era otro que Rubén “Carajillín”. Cuando le preguntó por su respuesta, la reacción fue bien distinta a la de sus amigos: “¡Y una m*****!. Le he mandado a cascala. ¡Estáis como p**** cabras!”.
El pasado sábado, amén de inaugurar el mes de Septiembre, varios carajillos se aprestaban, en una fría mañana, para participar en la temida prueba navarra. Entre ellos el que mejor ánimo mostraba en los instantes previos a la salida era Gerardo “Museeuw”. Seguramente, el hacer la prueba en moto, en lugar de en bici, era la causa principal de su buen temple. Lo cual no impidió que cuestionara la orientación sexual del resto de carajillos por haber elegido la versión corta del recorrido. No obstante, éstos consideraban que cien kilómetros y las ascensiones a la Pierre de St. Martín y Larrau, sin olvidar Leza, era más que suficiente. Y eso que se había suspendido la carrera de Barbastro que debía celebrarse el día siguiente.
En lo que al devenir agonístico se refiere, destacar una nueva medalla de chocolate para Carlicos Ortigosa en una prueba de este tipo. De esta manera, nuestro amigo repitió el cuarto puesto logrado hace un par de meses en La Jacetania. Felis casi hace lo propio, pero en lugar de clasificarse en la décimo sexta plaza, como hizo en Jaca, en esta ocasión debió conformarse con la décimo séptima. Rubén sufrió una indisposición en la Piedra de San Martín y se vio obligado a abandonar. Mientras que Gerardo se felicitaba en meta por las buenas sensaciones que experimentó a lomos de su KTM.
Durante la posterior comida ofrecida por los organizadores para reponer las fuerzas gastadas en el empeño, los carajillos comentaron los pormenores de un evento que se caracteriza por su espectacular recorrido y el celo de la organización por la seguridad de los participantes. Una grata experiencia que culminó con una foto con el gran Miguel Indurain para incluir en el palmarés y el lujo de ver las evoluciones del campeón navarro que derrochó clase y simpatía… y al que le perdonaremos que lleve las patas llenas de pelo.
Fotos y motorista: Gerardo