En el Tour de 1938, un modesto corredor francés llamado Victor Cosson, en su segunda temporada como profesional, protagonizó la más excelsa prestación de su carrera deportiva concluyendo en el tercer cajón del podio de aquella edición de la carrera ciclista por etapas más importante del Mundo. Sin embargo, el joven galo no se sentía satisfecho del todo por su actuación, pues en su fuero interno pesaba sobremanera la idea de haber sido batido por un fumador empedernido, el italiano Gino Bartali, tan irreverente que, añadía, solía fumarse un cigarrillo incluso antes de ir a las duchas. Claro que por aquel entonces no se había inventado la tan cacareada y mal llamada “Ley Antitabaco” española. Seguramente, hoy en día, el afamado “Monje Volador” no podría apoyar ni una de sus calas en nuestro suelo patrio sin arriesgarse a ser denunciado por algún adalid de la “Ley Antifumadores” o, si lo prefieren y para que no me tilden de tendencioso, “Ley Pro-fumadores pasivos”.

Los tres componentes del podio del Tour'38: Cosson, Vervaecke y Bartali.



Me pregunto si, llevados por el paroxismo de dicha Ley, no tendrá que extremar sus precauciones Joaquim Rodríguez y explicar a los cuatro vientos el origen de su sobrenombre, apresurándose a puntualizar que “El Purito” que se fumaba en las concentraciones de la ONCE era figurado. Una manida e imaginaria pose que en nada debería ofender o molestar a los fumadores pasivos. Y es que, tal y como están las cosas, nunca se sabe.