Amaneció
el domingo la parroquia carajillil con la remota esperanza de que la inclemente
meteorología diera una tregua y permitiese celebrar al IV Subida al Col
Esterol. Miradas al cielo, a través de infinitas gotas de agua que rielan sobre
el cristal de la ventana, en un vano intento de columbrar algún rayo de sol
pugnando por emerger entre los negros nubarrones que se cernían sobre la
capital del Ebro desde el pasado viernes. Como quiera que las previsiones no
eran nada halagüeñas, la Organización ya había previsto una alternativa que
evitase, en la medida de lo posible, el deslucimiento del evento. El objetivo
era rendir honores al Col Esterol y a fe que los carajillos pusieron todo el
empeño en tal empresa. Apenas importó cambiar bicicletas por vehículos
motorizados y no pocos fueron los participantes que a la hora prevista se
presentaron en las estribaciones de la ascensión con la intención de cumplir
con la tradición un año más.
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Nutrida participación a pesar de las condiciones meteorológicas. Eso sí, destacar que ninguno de los participantes llevaba casco. |
Ni
tan siquiera la riada fue impedimento para llevar a cabo el sacrosanto ritual
del unte, bien sea acompañado de magra, de longaniza o de chorizico. En este
punto, se hizo patente el alto nivel de la totalidad de los participantes. No
cabe duda de que los carajillos se habían preparado con denuedo, lo que se
apreciaba en la fruición con que daban cuenta de las dos ascensiones al Col
Esterol. Preocupados por dar lo máximo, no descuidaron la ingesta de líquido en
ningún momento y fueron muy escrupulosos en llevar a cabo una correcta
hidratación durante toda la competición. Sería difícil dilucidar ganador
alguno, dada la categoría de los allí presentes, por lo que todos, una edición
más, fueron clasificados ex aequo.
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Carlicos no se resistió a posar con lo que para él son unas "reliquias ciclistas". A tenor de la verdad, alguno de los presentes no había visto una chichonera en su vida, ni sabían como colocársela. |
Por
segunda añada consecutiva, se hizo coincidir la Subida al Col Esterol con “La
Mítica”. En esta ocasión, las condiciones meteorológicas sí influyeron
decisivamente en la participación. Lo cual no es óbice para reconocer el nivel
del vencedor: una equipación (maillot y coulotte) del mítico Mapei de 1995,
acompañada de una chichonera Cinelli y unas gafas Briko como las que llevaban
los corredores de la potente escuadra italiana en aquella época.
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Después de las dos ascensiones al Col Esterol, se ven claras muestras del esfuerzo y la "fatiga" en alguno de los carajillos. |
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Una vez finalizada la prueba y la entrega de trofeos, algunos carajillos decidieron ir a contemplar las crecidas aguas del río que viene de las Galias: el Gallicus.
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Mapei-GB 1995. Vencedor II "La Mítica". |