Dicen que los usos, costumbres y tradiciones de un pueblo configuran la identidad y carácter de éste. La etnia ciclista aragonesa muestra cada vez un mayor desarraigo a estos valores que otrora conformaban el panorama velocipédico de Aragón. La tradicional Vuelta a Ciclista a Aragón apenas es un recuerdo en el desván de la memoria de los más talludicos, mientras que para las nuevas generaciones se antoja una entelequia. Los mismos que nos regalarían una sonora carcajada si les intentáramos convencer de que en este suelo patrio hubo, en tiempos, una “clásica” de un día para profesionales denominada “Zaragoza-Sabiñánigo”, posteriormente llamada “Clásica de Sabiñánigo”. En este lento, pero ininterrumpido, abandono de tradiciones ciclistas se han perdido todas las vueltas amateurs aragonesas. Léase Semana Aragonesa (luego denominada Vuelta a la Comunidad Aragonesa) o la mítica Aragón-Bearn. Si este endémico mal asola a las pruebas más relevantes, imagínense a las de menor categoría, salvo honrosas y raras excepciones. La popular Carrera del Pavo tampoco ha sido durante años inmune a la tiranía de los nuevos tiempos. Apenas queda el recuerdo de aquellas festivas mañanas navideñas en la Vía Univérsitas zaragozana. El final de la década de los noventa coincidió con el de la celebración de esta carrera, salvo la esporádica aparición de una edición en la localidad de Utebo a finales de 2008. No obstante, las sempiternas mentes inquietas serrablesas han querido hacer suya esta tradición y han rescatado la Carrera del Pavo desde principios de la presente década. Un trienio celebrando la Carrera del Pavo de Sabiñánigo que a buen seguro, será el principio de una longeva existencia, sabedores del empeño de los organizadores.
Como quiera que la citada prueba emana del indómito intelecto “kapelmuuriense”, el circuito diseñado para tal evento no podía estar exento de dureza. A tal efecto, los organizadores tuvieron a bien incluir un “puertecico” en medio del trazado, al cual había que ascender en veinticinco ocasiones durante la manga competitiva. Con el fin de ahorrar un baldío viaje a Sabiñánigo a aquellos amantes de las altimetrías, nos apresuraremos advertir que no intenten buscar en Google Maps ningún accidente orográfico inédito en las calles del Polígono Sepes de Sabiñánigo, pero a estas alturas del año y de la temporada los escasos dos metros de desnivel que hay que salvar entre la meta y la contrameta del circuito, se antojan tan duros como el más digno de los puertos de montaña de la zona.
El Carajillo Alegre siempre ha tenido a gala participar en esta bisoña Carrera del Pavo de Sabiñánigo, normalmente con la presencia de los hermanos Tamayo. Mas en esta ocasión y con motivo de la tercera edición, vimos conveniente hacer acopio de efectivos y mejorar, en el aspecto cuantitativo, la participación carajillil en la capital del Serrablo. Además con representación en las dos mangas que se disputan: la reservada a las licencias de cicloturista y la posterior para licencias competitivas. En la primera de ellas, amén de la presencia del mítico Javierre, contamos con la excelsa participación del legendario “Comando Tragamillas” compuesto por Roberto, Chema y Raúl. Sin duda, de haber tenido unos doscientos kilómetros más de longitud la carrera, el resultado final hubiera sido más favorable a los intereses de este trío. No obstante, Raúl logró un espectacular tercer puesto digno de estudio por parte de Iker Jiménez, Roberto estuvo porfiando en cabeza durante toda la prueba y Chema hubiera ganado si el circuito hubiera sido una línea recta de veinte kilómetros, habida cuenta de las dificultades que encontró para sortear las innumerables curvas de un nefasto trazado para sus intereses. Nuestro líder para esta prueba, Javierre, no pudo hacer valer sus opciones al decidirse el resultado final en un apretado sprint.
En la manga competitiva, la presencia carajillil fue también numerosa, encabezada por los hermanos Tamayo. Estos, acompañados por Carlicos, marcaron el devenir de la prueba desde casi el comienzo de la misma y gracias al resto de carajillos que iban frenando al resto del pelotón en las curvas, en lo que viene siendo la “táctica tapón”. Rogamos al atento lector que mantenga tal extremo en secreto para no herir el ego del trío de escapados que, aún a día de hoy, está convencido de que llegaron destacados por sus propios méritos. Tras la prueba, sorteo de regalos que junto a las primas logradas en el transcurso de la carrera, motivó que los carajillos hicieran acopio de presentes evidenciando la generosidad del Papa Noel serrablés. Sebas se llevó como premio la preciada ave que da nombre a la prueba, si bien el relleno corrió por su cuenta.
Excelente y entrañable fiesta de la bicicleta que, una vez más, nos regalaron nuestros amigos de Sabiñánigo, los de siempre, a los que hay que agradecer su inquietud a la hora de revitalizar, con diferentes actividades bicicleteras, el ciclismo aragonés.
La representación de El Carajillo Alegre al completo. |
¿Quién dijo que los hermanos Tamayo eran los únicos colombianos presentes en la carrera?. |
Pues Felis no se ha debido portar tan mal este año, a tenor de lo generoso que ha sido Papa Noel con él. |