Tenía ganas de jamón Carlicos y a última hora decidió acercarse a Calamocha, pues de todos es sabido que es tierra de sabrosos perniles. Avido de merecer la sacrosanta extremidad posterior porcina, porfió durante los 127 kilómetros de los que consta la prueba “Por las Cumbres del Jiloca” como es habitual en él: dándolo todo hasta la extenuación. En el alto de Huesa rompió la unión del grupo que perseguía sin éxito a un castellonense destacado, para marcharse a por él con la compañía de un compañero de equipo que, lógicamente, no tenía otra intención que hacer de rémora para los intereses de nuestro amigo. El alto de Fonfría dilapidó las opciones del escapado, pero sirvió para que su compañero distanciara en apenas medio minuto a Carlos. Margen que sería inamovible y definitivo en la línea de meta de Calamocha.
Una vez más, Carlicos “Bombardero” Ortigosa confirma su perfecta adaptación al ciclismo de verdad, el de las ruedas finas, ese que abomina de sendas polvorientas, caminos pedregosos o pistas embarradas que no sirven para otra cosa que para mancillar las impolutas licras de cualquier ciclista que se precie.