(Foto: AC Marriot) |
Coinciden los más avezados “juntaletras”,
correveidiles e, incluso, algunos licenciados en Ciencias de la Información que
hacen las veces de periodistas especializados en el negocio del balón, en que
lo peor que puede ocurrir en un partido del citado business es que el árbitro
se convierta en el principal protagonista del evento. En este aspecto, el
ciclismo tiene a gala ser un deporte donde la injerencia del colectivo arbitral
no suele ser determinante en el resultado final de la competición. No obstante,
quien más y quien menos que haya adherido en alguna ocasión un dorsal a sus
lumbares para participar en una carrera ciclista, habrá experimentado la
pericia de los susodichos a la hora de confeccionar las clasificaciones en
determinadas zonas de nuestra geografía. Una vez consumida más de una década
del siglo XXI, se antoja intolerable, dados los medios técnicos más elementales
a manos del común de los mortales, las continuas desferras entre lo que
dictaminan en las hojas de las clasificaciones y la realidad que depara el
esfuerzo y entrega de los ciclistas en la línea de meta. Máxime si tenemos en
cuenta que, en la categoría que nos ocupa, a la sazón máster o veteranos, a
priori y en teoría (salvo “honrosas” excepciones) es el único estamento
presente en una carrera que cobra por su actividad ciclista. En El Carajillo
Alegre no estamos en contra de que nadie nos cobre por su trabajo, tan sólo
exigimos que lo haga bien o, en su caso, rectifique convenientemente cuando se
demuestre que ha errado.
Sirva la anterior introducción para
explicar el devenir de la presencia carajillil en la Vuelta a la Ribera del
Reyno de Navarra que se disputó el pasado fin de semana. Por si las
inclemencias meteorológicas no eran suficiente motivo para zaherir la voluntad
de los carajillos presentes en la citada competición, no faltó la incompetencia
arbitral para terminar con la ilusión de éstos y hacer desvanecer de un plumazo
cualquier atisbo de motivación para seguir porfiando por una digna actuación en
la última etapa. Cubriose de gloria el colectivo arbitral en la etapa
cronometrada que abría la Vuelta en el circuito de Los Arcos y no anduvieron a
la zaga en la llegada del segundo tramo que rendía viaje en Fitero. En el
primer evento, el peor parado de la caterva carajillil fue Felis que vio
menospreciado su esfuerzo con un tiempo que no le correspondía, aunque no falto
algún graciosillo que, dada su pericia en la lucha contra las manecillas del
reloj, le intentó convencer de que el crono real no habría distado mucho del
inventado y, a la postre, adjudicado. En la sesión vespertina, Felis volvió a
ver vilipendiado su sacrificio por los jueces al no clasificarlo correctamente
en una llegada que, en los primeros puestos del pelotón, se hizo de uno en uno.
Mas la afrenta más sangrante fue la sufrida por Carlicos que, yendo el mejor
clasificado de los carajillos y de su equipo en la general, no fue clasificado
por los insignes árbitros y, por ende, privado de optar a dicha clasificación. Dadas
las circunstancias, huelga explicar los motivos por los que decidimos no tomar
parte en la última etapa.
Dadas las perspectivas, entre dejar que los árbitros no chuleen una vez más y chulearnos nosotros un buen almuerzo, la decisión no dejaba lugar a ninguna duda. Dani hizo de anfitrión. |
Fotos de la C.R.I. de José Manuel Carrillo (fotógrafo oficial de El Carajillo Alegre) en nuestro perfil de Facebook (pinchar en el enlace).