miércoles, 7 de diciembre de 2011

Quebrantahuesos 2012: Un reto para ciclistas con posibles

Durante el largo viaje de vuelta a Sabiñánigo desde Bourg d’Oisans, una idea rondaba incesantemente por la cabeza de Luis. Acababa de tomar parte en la mítica Marmotte y, con la impronta todavía en su retina de la más dura ciclodeportiva de todas las que conformaban el prestigioso Trofhée d’Or francés, al inquieto serrablés, la posibilidad de organizar un evento similar en su terruño no dejaba de seducirle. Una vez en casa, lo que bien pudiera antojarse una quimera fue tomando forma con la ayuda de José Antonio Ferrer, Javier Navasa y su inseparable compañera, su esposa Tere. La genial ocurrencia, luego de germinar en el salón de la casa de Tere y Luis, fue expuesta en el club, a la sazón la Peña Ciclista Edelweiss, y fue acogida de buen grado. El 22 de Junio de 1991 se celebró la primera edición de la Quebrantahuesos con algo menos de cuatrocientos participantes. Las previsiones de Luis, en cuanto a participación, no se cumplieron. Muy alejadas de los 1.200 ciclistas que esperaba, si bien no fue por falta de trabajo y empeño, cartas enviadas a todos los clubes ciclistas de España y a setecientos de Francia, así como el reparto de miles de trípticos en multitud de pruebas cicloturistas y ciclodeportivas. No obstante, había nacido una prueba ciclista mítica.
Gerardo y Enrique son, junto con José Manuel y Roberto, los únicos aragoneses que han ganado la QH en sus más de veinte años de historia.







Mucho ha llovido desde aquel verano de 1988 en el que Luis García Landa descubrió la Marmotte y mucho ha cambiado la Quebrantahuesos en sus veintiún años de historia. Tanto que parece que ha abandonado aquella manera “romántica” de organizar ciclismo, para pasar a la que hoy en día está más en boga, la del “ciclismo de pago”. No en vano, la organización de la que tradicionalmente se encargaba la Peña Ciclista Edelweiss, ayudada por unos mil voluntarios, ha pasado a ser compartida con la empresa catalana Octagon Esedos en un acuerdo que, según dicen las partes interesadas, “consolida y propicia un crecimiento aún mayor de la prueba” o conlleva un “impulso turístico que recibirá la localidad y en definitiva, Aragón”, como destaca el alcalde de Sabiñánigo, el socialista Jesús Lasierra.



Quizá sea una casualidad, pero ha coincidido el acuerdo con la empresa en cuestión con el gravamen de cuatro euros por el simple hecho de optar al sorteo de una plaza para poder participar. Desde El Carajillo Alegre, defendemos el derecho de ganarse la vida como cada uno buenamente pueda, siempre dentro de la legalidad, pero ya que pretenden que paguemos más por nada, sólo pedimos que se esfuercen en “vendernos la moto” con algo más que un puñado de manidas justificaciones inverosímiles.



Que si la cuota sirve para mejorar el proceso de gestión de las inscripciones, que si garantiza plaza a aquellos que no se topen con la diosa Fortuna durante dos años consecutivos, es decir, doce euros posibilitan lo que antaño era una entelequia, …


Esgrimen, así mismo, los artífices de tamaña y resolutiva medida que de esta manera, se evitan “preinscripciones de quienes no están realmente interesados y que interfieren restando posibilidades a los participantes que realmente quieren participar”. Efectivamente, si usted está obligado a preinscribirse y pagar una “cicloturista” con más de medio año de antelación, seguramente si le surge un imprevisto (léase lesión, boda, bautizo, cambio de turno laboral, terremoto, invitación a comer a casa de la suegra,…) se lo pensará muy mucho si ha tenido que abonar el preceptivo tributo. No como antes.



Y para finalizar, la socorrida y altruista intención de destinar estas míseras pecunias al siempre loable y nunca suficientemente ponderado trabajo con las Escuelas de Ciclismo. Esta cantinela no les es ajena a aquellos que les da por competir en la categoría máster en tierras aragonesas y compran más caro un par de dorsales que coser sobre sus riñones. Por supuesto, no es el motivo de estas líneas debatir sobre quién debe sufragar el Deporte Infantil o de Escuelas, pero se nos ocurren más alternativas antes que la del participante de cierta edad en una “marcha cicloturista” o en una carrera de veteranos.



Y ya puestos a elucubrar, esto de pagar por optar a un producto que ni tan siquiera se tiene la seguridad de que se va a adquirir es como si, imagínense, usted tuviera que pagar por entrar en El Corte Inglés, independientemente de si compra algo o se va a su casa con las manos vacías. También se nos ocurre que dado que las centrales sindicales “verticales”, perdón, “de clase” están velando armas, ansiosas por entrar en breve en batalla callejera, qué opinión tienen sobre una empresa que se abastece de mano de obra gratuita, llamada “voluntarios”, para sacar adelante su legítima, dicho sea de paso, actividad. ¿Se imaginan un turno de la Opel compuesto por voluntarios?, por ejemplo. Porque, ironías aparte, en Organización Empresarial nos enseñaron que el objetivo de una empresa es crear riqueza, o sea, ganar dinero. Así que huelgan milongas aseverando que organizan eventos ciclistas sin fines crematísticos, como las acostumbra a esgrimir el llamado “ciclismo de pago”.



Seguro que para muchos aspirantes a participar en la QH esta medida es valorada positivamente. No en vano, muchos, más de los que nos creemos, “invierten” mucho dinero en esta magnífica prueba ciclista, por lo que cuatro euros más apenas se notarán en el presupuesto destinado a tal efecto. Otros, los más, lo considerarán una medida acertada y comulgarán con las bienintencionadas directrices de la organización. Todo ello es respetable. La QH, por eso mismo, por su multitudinaria capacidad de atracción, da cabida a infinitas particularidades. Tantas como participantes. Por ejemplo, ciclistas sancionados por dopaje son agasajados por sus excelsos resultados tras los doscientos kilómetros de “cicloturismo”, mientras que determinado maillot que transgrede los reglamentos del club es motivo de castigo.



Ya hace algún tiempo, Platón se planteaba el dilema ético de explicar la estabilidad en un mundo aparentemente cambiante. En El Carajillo Alegre, al hilo de lo propuesto por el insigne filósofo griego, no pretendemos cambiar el mundo, tan sólo nos conformamos con que el mundo no nos cambie a nosotros, en la medida de lo posible. Por eso, muchos aspirantes a la QH de 2012 tendrán más opciones de participar, por cuanto nosotros no vamos a pagar los cuatro euros. Bajo nuestro punto de vista, hay algo que vale mucho más. Tanto que no tiene mensura económica.



Nota de E.C.A. : El origen de estas líneas proviene de las conversaciones mantenidas entre los distintos simpatizantes de El Carajillo Alegre (carajillos) y de las opiniones vertidas por éstos en las salidas bicicleteras posteriores a la noticia del canon de preinscripción.