El año pasado, nada más finalizar el Tour de Francia, Lance Armstrong en un acto de humildad que le dignificaba más, si cabe, como gran campeón, reconocía sus limitaciones para ganar su octavo Tour de Francia. Anunciaba que esa era, esta vez sí, su última participación en la carrera ciclista más importante del Mundo. A partir de ese momento, su planteamiento vital próximo era llevar una vida más discreta. En la que iba a ser su última rueda de prensa en los Campos Elíseos, el texano, a modo de declaración de intenciones, explicó a la multitud de periodistas congregados a su alrededor sus planes más inmediatos: “Familia, cerveza y playa es la mejor opción. También habrá bici. Me gusta y no me apetece dejar de pedalear”. En El Carajillo Alegre llevamos a gala hacernos eco de los axiomas enunciados por los más grandes campeones del ciclismo e imitarlos en la medida de lo posible. Con ese motivo, una vez finalizado el Tour de Francia, algunos decidimos hacer causa común con lo planificado por el campeón norteamericano un año antes: Familia, cerveza (en el caso de Rubén “Carajillín” profanada con limón) y playa. Amén de alguna madrugadora ración de bicicleta que cuando se trata de compartirla con la famosa “Grupeta de los semáforos de Vinaròs” , la elongación de cuello está garantizada.
Tiene por costumbre Rubén “Carajillín” glosar las excelencias de sus salidas en bici por la zona costera de El Maestrazgo. Concretamente por los alrededores de Las Casas de Alcanar que es donde tiene su base de operaciones veraniega. Es común oírle hablar del nivel de la “Grupeta de Vinaròs”, del que hemos dado fe este pasado fin de semana, así como de sus extensos entrenamientos solitarios por esas tranquilas y exigentes carreteras. Al que esto escribe se le antojaba inverosímil la longitud de sus machacadas individuales y es por ello que se acrecentó el interés por comprobar cuánto de verdad albergaban sus palabras. Una vez en marcha y con el ínclito haciendo las veces de anfitrión y sherpa, pronto fue evidente la explicación a tan interminables sesiones de bicicleta. A la enésima ocasión en que el improvisado guía equivocó el itinerario para ir al lugar deseado, bien sea una rotonda errónea, bien un camino sin salida o una senda que se convierte en pedregal, el lector fácilmente deducirá que el cuentakilómetros adquiera magnitudes harto elevadas. El último recurso masculino ante estas circunstancias, preguntar, nos salvó de demorar más si cabe el final del entrenamiento. Aunque para ello sea imprescindible saberse correctamente el nombre del pueblo al que se desea llegar. Pero eso es otra historia…
La Jana.
En las inmediaciones de Canet lo Roig. Después de haber preguntado por "Montroig" en Chert. Menos mal que la cara de circunstancias de nuestro interlocutor nos hizo sospechar de nuestro error.
En La Jana con una bici ganadora del Tour.
BMC: Bici Muy Carajillera.
Una inoportuna afección gripal impidió que nuestro amigo Rigoberto Urán pudiera defender el maillot blanco del Tour que perdió a falta de tres días para llegar a París. No obstante, ya ha dejado su impronta en una carrera que en el futuro contará con él entre sus principales protagonistas. (Foto realizada el 28/26/09 en Muel. Siete días antes de su debut en el Tour de Francia).
Este señor, Philippe Gilbert, ha sido el único que nos ha hecho levantar del sofá durante las primeras etapas del Tour. El próximo año, todo parece indicar que llevará un bicicleta nueva como la del vencedor.
Hacía muchos años que no veíamos un espectáculo como el acontecido en el Galibier. La demostración de Cadel Evans evocó el ciclismo y campeones de otras épocas.