Aun a riesgo de caer en el tópico, la carrera que se celebró el pasado sábado en Sabiñánigo era, sin duda la más especial de esta dilatada temporada master aragonesa. Una prueba con un recorrido exigente, cuya dificultad se vio incrementada por un pertinaz viento que se quiso sumar al sentido homenaje que todos los allí presentes, tributaron a la familia García Barrio y, en especial, a Mireya. Sentimientos a flor de piel en los momentos previos a la salida y emocionadas muestras del cariño que se les profesa a Tere, Luis y David.
El que esto escribe, no se resiste a contarles un detalle acaecido en la entrega de premios. Todo el mundo sabe y sino aprovecho para contarlo, la poca afición a los fastos propios de podios y el nulo apego a la acumulación de “hojalatas”, a modo de trofeos, que muestra uno de los carajillos más veteranos, Gerardo Pérez, más conocido como “Museeuw”. Pues bien, los más allegados fuimos testigos de una de las pocas veces, por no decir la única ocasión, en la que le hemos visto subir a un podio con la ilusión de un cadete. La ocasión bien lo merecía. Su premio, bajo nuestro punto de vista, el más bonito de todos los que se entregaron por el significado que tenía. Gerardo había concluido la prueba en el puesto 21, un número cargado de emotividad y por lo que llegó a emocionarse y a mostrar una gratitud inusual en un abuelote huraño como es él.
Comprenderá el amable lector que lo de menos en esta ocasión es glosar los pormenores deportivos de la carrera de bicicletas, que sirvió de escusa para reunirnos en Sabiñánigo con un motivo mucho más importante.
Comprenderá el amable lector que lo de menos en esta ocasión es glosar los pormenores deportivos de la carrera de bicicletas, que sirvió de escusa para reunirnos en Sabiñánigo con un motivo mucho más importante.