jueves, 7 de octubre de 2010

Diego Tamayo nos cuenta su Mundial


Todavía resuenan, entre los carajillos en particular y la afición en general, los ecos de la gran actuación que protagonizó Diego Tamayo en el pasado Campeonato del Mundo. Su escapada, de más de doscientos kilómetros, donde alcanzaron cerca de veinticuatro kilómetros y casi doblaron al pelotón, le valió para subir al podio para recoger el premio (un precioso reloj Tissot) por pasar el mayor número de veces primero por meta. No veíamos el momento de compartir con él nuestra alegría y admiración y, de paso, hablar sobre su experiencia.


Sabíamos que partiste hacia Australia con la intención de dejarte ver. Eso pasaba por meterte en una escapada y aguantar el mayor número de kilómetros posible, pero superaste todas las expectativas con una arrancada “a toque de pito” y una fuga de doscientos kilómetros. ¿Te imaginabas realizando semejante prestación?
Mi intención era aquella de dejarme ver como bien dices tú. Era difícil estar al final de carrera con los mejores debido a los kilómetros y la dureza de la prueba. Entonces, opté por intentar coger la fuga y así fue. Soñaba con algo así y por suerte se nos dieron las cosas.

Antes de la salida, ¿tenías planeado arrancar de salida o surgió sobre la marcha?.
La orden del seleccionador era esa. Después, en la neutralizada, me ubiqué bastante adelante y también se los comente en plan de broma a mis compañeros de equipo Francisco Ventoso y Andrea Tonti que corrían para sus correspondientes selecciones: "voy a intentar coger la escapada, ósea que si salgo os ponéis adelante y paráis el grupo". Al final fue bajar la bandera y sin pensármelo arranqué.





Desde luego, para mantener una escapada de esas características, hace falta la implicación de todos los miembros de la fuga. Supongo que el más flojo era el marroquí, pero ¿qué nos puedes contar del resto de compañeros de aventura?
Enseguida cuando nos juntamos los 5 nos pusimos de acuerdo en los relevos. El ucranio y el irlandés tiraban muy fuerte y daban los relevos más largos. El venezolano y yo digamos que íbamos bastante parecido y el marroquí se le veía mas justo, pero entraba igual a los relevos cuando podía. Todos sabíamos que era nuestra oportunidad y lo dimos todo.

¿Había buena comunicación durante la fuga?. ¿De qué ibais hablando? Me imagino que con el que mejor te entenderías sería con el venezolano, ¿no?
De primeras, con el primero en hablar fue con el venezolano que me demostraba su alegría por haber cogido la buena. Está claro que con el más hablaba y bromeaba era con él. Luego, al ucraniano le conozco de la Vuelta a Navarra y de que corre en Italia, al irlandés lo único que le decía era “piano, piano” y con el marroquí escasamente hablaba. En 200 kilómetros da tiempo de muchas cosas.




Durante las horas de esfuerzo, parece imposible que la cabeza no se te fuera a “otras cosas” ajenas a la carrera. En la escapada más importante del Mundial 2010, ¿era imprescindible ir constantemente concentrado en el trabajo o inevitablemente tus pensamientos se iban por otros derroteros?
Se te vienen muchas cosas a la cabeza. Sabía que en casa la familia, los amigos y todos vosotros me estaríais viendo y se me ponía la piel de gallina. Entonces, lo que hacía era pedalear mas fuerte y sólo pensaba en dar todo de mi y aprovechar la oportunidad que se me estaba presentando.

Lo que en principio era una aventura con el objetivo de dejarse ver, con el paso de los kilómetros y alcanzado casi veinticuatro minutos, va consolidándose. ¿En algún momento albergasteis la ilusión de que la cosa podía pasar a mayores?
Sabíamos que era difícil. Lo que no sabíamos era que llegamos a tener el pelotón a dos minutos delante nuestro en el circuito y que si hubiésemos llegado a doblar al grupo, hubiésemos revolucionado el Mundial, pues la reglamentación de la UCI dice que el corredor doblado se debe retirar. Pues nos hubiésemos metido a rueda y para recuperarnos una vuelta hubiese sido difícil. Al no tener pinganillo íbamos perdidos. Sólo teníamos los tiempos que nos iban cantando y en los boxes, pero era difícil tener una orden clara. Ahora, en frío, es fácil sacar conclusiones. Ahora ya lo hecho, hecho está. Mejor de como ha sido, no me lo esperaba.




Fuiste testigo directo de la maniobra de Italia que pretendía ser letal, la que sin duda precipitó el final de tu escapada. ¿Cuéntanos ese momento que viviste desde un lugar tan privilegiado?
Antes de que nos cogieran, ya vi en una de las pantallas de la meta que los italianos iban rompiendo la carrera en el repecho. Después, mi sorpresa fue cuando me alcanzó un primer grupo grande que tiraban los italianos a bloque y que no iba Freire. No lograba entender en ese momento qué pasaba. Después, en los boxes, ya más tranquilo, vi la última vuelta y entendí mejor lo que había pasado.

Normalmente, en la tele no se aprecia la verdadera pendiente de las subidas. Sin embargo, en esta ocasión la dureza de la primera ascensión del circuito era patente incluso a través de la pantalla. Me imagino que todavía sería más dura en realidad. ¿Cómo definirías el circuito?
Era muy duro, muy duro. Yo sólo pensaba, entre mi, “suerte que decían que este Mundial era plano”. El primer repecho empezabas de menos a más y al final terminaba con un rampón que yo lo subía con el 25. Y el otro aún era peor, porque te chocabas con el muro justo después de la bajada y, fuera de eso, pegaba viento de cara hasta que llegabas al mar. Para mí, entre los kilómetros y la fatiga, se me hizo durísimo el circuito. Y después, ves que gana un esprinter como Hushvod. Es lo que hace un Mundial.



Hay detalles que sólo apreciáis lo protagonistas de la carrera que la vivís desde dentro. Viste algún detalle que te hiciera pensar que Thor Hushovd iba a ser el próximo Campeón del Mundo. ¿Quién era tu favorito en las apuestas?
La verdad que no. A lo mejor, si hubiese ido en el pelotón, sería mas fácil ver como iba la gente. Confiaba en que Freire podría ganar su cuarto Mundial. Era un recorrido perfecto para él.




Te tengo que hacer la pregunta que todo el mundo está esperando. Amén del detalle de clase al llevar los calcetines Enjoy Cycling que te destacaron como un carajillo ante todo el Mundo Ciclista, ¿a qué se debió esa fantástica ocurrencia de llevar una zapatilla de cada color?
(Risas). Sinceramente surgió porque un día, al llegar del entrenamiento, vi que una de las calas estaba gastada y rota. Entonces, le dije a mi compañero Serpa: “a que salgo con una zapatilla de cada color”. El día antes, salí a soltar, me las probé y veía que con la ropa no quedaban tan mal. Entonces, tomé la decisión de que correría así con las zapatillas cambiadas.





Deseamos que esta actuación demuestre a los responsables de las mejores escuadras profesionales que eres una pieza importante para cualquier equipo que se precie en la máxima categoría, ¿crees que tu esfuerzo, en una prestación que no está al alcance de cualquier ciclista, tendrá su justa recompensa?
Esperemos que sí. Disfruto de mi trabajo. Haberme dejado ver en una carrera tan importante es un aliciente a la hora de hablar con los managers y los responsables de los equipos. Lo que ha de ser será y esperemos tener noticias positivas en lo que queda de temporada.

Quería aprovechar para agradecer a todos los miembros de El Carajillo Alegre y a toda la gente que siempre han confiado y me han ayudado, sobre todo en los momentos mas difíciles. Y que gracias a todos, ahora pueda hacer cosas como, por ejemplo, participar en este Mundial y que pueda disfrutar de la bicicleta y compartir la pasión del ciclismo en compañía de todos vosotros. Gracias por todos los mensajes de ánimos y de felicitaciones.