
No es intención de los máximos mandatarios de El Carajillo Alegre competir en importancia con ninguna otra entidad ciclista, ni eclipsar a aquellos organizadores que invierten tiempo y esfuerzo en intentar sacar adelante cualquier proyecto velocipédico, por modesto que éste sea. Es por ello que queremos dejar constancia de que en ningún momento elegimos deliberadamente la fecha para la celebración de la “III Subida al Col Esterol – I "La Mítica” con el fin de restar protagonismo a la París-Tours celebrada en tierras francesas el mismo día. Comprendemos que el Mundo Ciclista haya dirigido su mirada a las evoluciones de los carajillos y, por consiguiente, no se le haya prestado la atención debida al meritorio triunfo del belga Van Avermaet en la otrora denominada Creteil-Chaville. En lo sucesivo, intentaremos que los eventos organizados por El Carajillo Alegre no coincidan con otras manifestaciones ciclistas susceptibles de ver ninguneada su presencia en los medios especializados.

Esta edición de La Subida al Col Esterol presentaba la novedad del nacimiento de otro evento carajillil: “La Mítica”. Una prueba especial que pretende ensalzar aquellos tesoros ciclistas que los participantes en la ya consolidada “Subida al Col Esterol” tengan a bien compartir con el resto de la caterva carajillil. La clasificación de la misma emana, mediante riguroso sufragio universal, de la voluntad de los presentes. Si bien, algún aspirante a inaugurar el palmarés de “La Mítica” aludió a la falta de “cultura ciclista” de los votantes, para justificar su derrota. Siete fueron los finalistas de esta primera edición con un nivel más que aceptable.

Por lo que respecta a la Subida al Col Esterol propiamente dicha, tan sólo referir la pésima imagen ofrecida por dos de los participantes que evidenciaron una falta de preparación preocupante y se decantaron por sendas tortillas francesas. El resto del pelotón dio buena cuenta de las dos ascensiones, acompañadas bien por las duras rampas de “ChorizoMuur”, bien por los pestosos falsos llanos de “Jamonberg” o por los inmisericordes abanicos de “Loganizandries”, a elección de cada participante, que hizo necesaria la ingesta masiva de avituallamiento sólido (barritas de fécula fritas) y líquido (zumo de uva fermentado con bebida isotónica carbonatada).

La carajillada captada "for detroit".





