viernes, 24 de abril de 2009

Monlora

Nutrido pelotón. Multitudinaria participación en las bodas de plata de la Subida a Monlora.


Hacía más de once años que el que esto escribe no participaba en la Subida a Monlora. Por aquel entonces, el recorrido no incluía la subida al puerto de Santolaria (Sierra Mayor), se solía controlar el ritmo de la marcha con un coche en vanguardia del pelotón y se hacía obligatoria la parada en los avituallamientos. El último de los mismos acontecía en la localidad de Sierra de Luna. Desde allí, una vez la organización estimaba que todos los participantes ya habían dado cuenta tranquilamente de las viandas destinadas a saciar su apetito, se dejaba libre la marcha hasta el Santuario de Monlora. En las primeras ediciones, la disputa de la ascensión era meramente testimonial, por el simple hecho de matar el gusanillo competitivo, pues no había clasificaciones ni premios. En aquellos años, recuerde el lector que estamos hablando de hace más de dos décadas, hubiera supuesto un auténtico disparate. Posteriormente, pese a que la distancia del tramo libre se seguía manteniendo, un trofeo pasaba a distinguir al primero que alcanzaba la cima de ese montículo caprichosamente ubicado en la planicie de las Cinco Villas. Hasta el mismo se acercaban, año tras año, los más afamados cicloturistas especializados en eso de subir cuestas más rápido que los demás. En las últimas añadas, la prueba se hace de manera libre desde la salida y una detallada clasificación denuncia el orden de llegada de cada uno de los participantes.


Azysa-Conor Power. Víctor Hoste capitaneó la escuadra azul en esta ocasión.

El pasado domingo, esta prueba celebró sus bodas de plata con récord de participación. Más de quinientos participantes se dieron cita a las nueve de la mañana en Luna para recorrer los 115 kilómetros que les separaban de la meta sita en los aledaños de la ermita de la Virgen de Monlora que sobre su atalaya de 760 metros de altitud, domina el paisaje desde el año del Señor de 1500, antaño en condición de convento franciscano, hoy como hospedería. Habida cuenta de lo concurrido de la participación, se hacía necesario, nada más salir, alcanzar posiciones de vanguardia para sortear los primeros repechos en una ventajosa plaza dentro del pelotón. Aprovechando la estela de un compañero que iba instando, de una manera graciosa, a los demás a que le dejaran hueco para pasar, íbamos escalando posiciones en el gran grupo. En un momento dado, un cicloturista de avanza edad le recriminó a mi particular ariete la acción, espetándole molesto: “¡Eh!. ¡Tranquilo que esto es una cicloturista, no una carrera!”. Reconozco que ese comentario me hizo pensar durante bastantes momentos de la prueba, aquellos en los que los músculos de mis piernas no reclamaban toda la sustancia de mi riego sanguíneo, sobre quién estaba en el lugar equivocado, aquel señor o nosotros.


Espionaje. Felis se arrimó en la salida a los del Club Ciclista Utebo para ver si se enteraba de la táctica del equipo dominador.

Desde que vio la luz el blog de El Carajillo Alegre, hemos dado cuenta con anterioridad de otra prueba de características similares a la que nos ocupa, ni en aquella ocasión (Pinares de Zuera) ni en ésta, el lector podrá hallar en nuestra reseña la palabra “cicloturista”. Simplemente porque pretendemos, en nuestra modestia, llamar a las cosas por su nombre y Pinares de Zuera o Monlora no son cicloturistas propiamente dichas, desde el momento en que hay clasificaciones y trofeos. Tampoco podríamos calificarlas como “carreras”, dado que las carreras poseen particularidades propias de las que carecen este tipo de eventos ciclistas. Lo que sí está claro, es que creemos que el futuro del ciclismo pasa por este tipo de competiciones. Esto es, una suerte de carrera popular en la que cada ciclista de rienda suelta a su forma de entender el ciclismo, sin limitaciones de tiempo que pudieran penalizarse con el “Fuera de Control”. Además, lo bueno de este tipo de carreras es que si nos va mal, siempre tenemos la socorrida excusa de argumentar que hemos ido a hacerla acompañando a un amigo, generalmente en inferior condición física a la nuestra, durante el recorrido.

Puerto de Sierra Mayor. Felis a rueda de Jimmy siguiendo el ritmo de Víctor.

Por lo que respecta a la edición de este año de la primera “clásica” aragonesa de la temporada, decir que el ritmo hasta Ayerbe fue muy elevado, lo que imposibilitó cualquiera de los numerosos intentos de fuga, excepción hecha del que protagonizó Cera que tendría la mala suerte de pinchar. El puerto de Sierra Mayor seleccionó la cabeza, dejando en vanguardia un grupico de no más de veinte ciclistas que se fue erosionando a medida que nos acercábamos a Biel. A la altura del desvío de Luesia, Serrano se marchó en solitario y administró un breve ventaja durante varios kilómetros hasta que a unos seis kilómetros de Luna, Felis demarró llevándose a su compañero de aventuras, Dani Arnal, con él. Posteriormente, se les uniría Luis Grima para conformar un trío que se presentó a las faldas de Monlora con una exigua ventaja.


El más fuerte. Jimmy, sin duda, fue un justo vencedor.

En este punto, tuvo lugar un hecho insólito. Los lectores de El Carajillo Alegre saben de las dotes adivinatorias del barbastrense Arnal. Pues bien, al comienzo de la ascensión en la que se iba a decidir la prueba, Dani hizo uno de sus acostumbrados vaticinios: “Felis, tira p’alante que llegas”. Por supuesto, Felis, imbuido de la fe y el convencimiento de ese pronóstico, miró hacia arriba y con la mirada fija en la silueta del santuario, recortada sobre el cielo azul de las Cinco Villas, se fue en solitario hacia la gloria. Dani Arnal le había dicho que llegaba y eso era bastante para creer en el milagro. Al principio, su pedaleo era alegre, espoleado sin duda por la arenga de su compañero de escapada, mas en los últimos quinientos metros, un espectador le conminó a que no mirase atrás. Felis hizo caso omiso a la recomendación y observó aterrorizado como una figura azul celeste se abalanzaba sobre él a una velocidad letal. En un esfuerzo sobrehumano, consiguió acelerar su bicicleta 0’2 kilómetros por hora, pero fue insuficiente. Cuando ya acariciaba con la punta de los dedos la curva que era el preludio de la meta, Jimmy pasó por encima de él. Queridos pasajeros de la nave del misterio, ¿porqué extraña razón el poder adivinatorio de Dani Arnal no tuvo efecto en esta ocasión?, ¿posee el Santuario de Monlora misteriosas fuerzas telúricas que le inhiben de su poder de predicción?, ¿conocían ya los antiguos este enclave como un lugar en el que la magia de los videntes es inocua? …
“Felis, tira p’alante que llegas”. Y una ...!. Aquí todavía tenía ilusiones por llegar.

¡Qué miedo!. Esto es lo que venía por detrás.

Del resto de carajillos, diremos que Rubén “Carajillín”, Gerardo y Chemica protagonizaron multitud de intentos antes de llegar a Ayerbe. En esta ocasión, contamos con la colaboración de algún integrante del equipo elite/sub 23 del equipo Azysa-Conor, destacando la actuación del ejeano Víctor Herrero que nos llevó con el cuello estirado durante toda la ascensión a Sierra Mayor.
Víctor Hoste impone su ritmo en Sierra Mayor. La marcheta de Víctor hizo que los ataques fueran estériles.

Clasificaciones.
1º. Javier Mainar “Jimmy”
2º. Sergio Pérez
3º. David Jariod
4º. Luis A. Grima
5º. Felis

15º. Víctor Herrero
21º. Gerardo
31º. Rubén “Carajillín”
100º. Chemica
Curva de meta. Muy importante entrar bien colocado. Felis con la boca abierta. Sin duda, la carrera de la tarde anterior en Cascante supuso un tonificante masaje para sus maltrechas patas.

Gerardo Museeuw culminando la ascensión. Acompañado de un mozo de Carcastillo y seguido de un afamado grimpeur como es Luis Mellado (el de rojo que va entre coches).


Rubén "Carajillín" buscó la escapada. Nuestro presi tomando la curva final.


Chemica va encontrando el golpe de pedal. Pese a que sus múltiples compromisos alteran sobremanera su plan de preparación, nuestro carajillo más popular se dejó ver en varias intentonas.

Nota de El Carajillo Alegre.
El Carajillo Alegre, por medio de su órgano de expresión, el presente blog, desea hacer público que tiene intención de hacer uso de todas las herramientas legales a su alcance para depurar las responsabilidades derivadas de los hechos acontecidos en la Subida a Monlora, el día 19 de Abril del corriente. Entendemos que Don Javier Mainar, más conocido el ambiente ciclista como “Jimmy”, perteneciente al Club Ciclista Utebo, patrocinado por Pretensa-Prenavinsa-Alcanzze-Peyuca S.L.-Adrenalina, es el autor material de los daños y perjuicios ocasionados como consecuencia del adelantamiento de aquel a nuestro carajillo Felis en la carretera que da acceso al Santuario de Monlora sito en el término municipal de Luna (Zaragoza) y que ocasionaron el desprendimiento de las pegatinas del cuadro de la bicicleta de éste. Ante lo cual, requerimos la reparación de las mismas, lo que hacemos saber a todos los efectos oportunos Dios mediante.



Caballito. Serrano va sobrao y celebra la llegada a su estilo. Gerardo lo flipa.