El pasado fin de semana tuvo lugar la
carrera más especial del calendario máster aragonés por el componente emotivo
que Los Dos Días de Mireya tienen para todo aquel que, con la excusa de participar
en una carrera de bicis, se acerca a Sabiñánigo ese fin de semana donde lo
realmente importante es estar con la familia García Barrio. En esta ocasión las
temibles mentes organizativas kapelmuurienses retomaron la fórmula de los dos
días competitivos y se sacaron de la manga la feliz idea de una contrarreloj
por equipos denominada I Trofeo Pirineos. Especialidad ésta que los más viejos
que pueblan el solar ciclista aragonés, apenas recuerdan la última vez que
pudieron presenciar. Lejos quedan las que servían para inaugurar pretéritas
ediciones de la añorada Aragón-Bearn o incluso un Campeonato de Aragón que,
precisamente, se organizó en Sabiñánigo en 1988, por citar algún ejemplo.
La prueba en línea, IV Clásica Mireya,
se celebró la tarde del sábado. Dos vueltas al tradicional circuito de
Cartirana y la decisiva ascensión al alto de Navasa conformaban un recorrido
del que dieron buena cuenta una nada despreciable cantidad de bicicleteros
máster. Para muchos de ellos, entre los que se encontraban la mayoría de los
carajillos presentes, supuso la primera carrera de la temporada en la que
pudieron salir a correr sin manguitos. Y es que el clima, para el gusto de no
pocos impropio de las fechas que nos ocupan, dio una tregua y ofreció unas
temperaturas benevolentes para la práctica de nuestro deporte favorito.
Carlicos Ortigosa volvió a demostrar su olfato para pillar la fuga buena del
día y llegó en vanguardia de carrera, mas su clasificación se vio supeditada a
sus nunca suficientemente bien ponderadas cualidades como velocista. Por lo demás,
buena actuación de Rubén “Lenguagato” y “Carajillín”, mientras que Gerardo y
Felis recibieron un día más el maillot que les distingue como líderes de la
Copa Aragón Máster en sus respectivas categorías.
La posterior cena en Jaca sirvió para
que el grupo carajillil y el staff técnico de Beton-GSport ultimaran la táctica
de la contrarreloj por equipos del día siguiente. Como suele ocurrir en estos
casos, se habla de todo menos de lo que a la prueba ciclista se refiere y se
corre el riesgo de abordar el tema en la sobremesa, inspirados por ciertos
licores digestivos, como finalmente ocurrió. No obstante, la idea preconcebida
fue llevada a la práctica al día siguiente: lograr realizar la contrarreloj
todo el equipo junto, sacrificando realizar un mejor tiempo si se diera el
caso. Creímos que la idea de dar la imagen de lo que somos, un equipo, era más
importante de lo que pudiera dictar la tiranía de una clasificación. El tercer mejor tiempo final fue una grata recompensa al esfuerzo de los cinco carajillos por seguir
la rueda de Raúl Portillo que una ocasión más, reforzó las filas del
Beton-GSport.