
No por repetido hasta la saciedad, deja de ser menos cierto el axioma que adjudica al ciclismo máster el más esplendoroso presente, a la par que un futuro prometedor. Bien pudiera parecer esto último una entelequia, por aquello de tratarse de una categoría condicionada por la edad y las limitaciones físicas que las hojas el calendario se obstinan en infligir. Pero hay voces que aseguran que no necesariamente es cierto lo anterior y ciclistas que se empeñan en demostrarlo, echando por tierra teorías que se antojan lógicas.



También los especialistas en la lucha individual contra el reloj tienen motivos para ver pasar el tiempo sin pensar en la retirada necesariamente. Ahí tienen el ejemplo del italiano Francesco Moser que fue profesional hasta los 37 años y que ya había celebrado 34 cumpleaños cuando batió el Récord de la Hora. En 1994, con 42 años, protagonizó un retorno puntual con el objetivo de volver a batir el récord de nuevo, si bien, ninguna de las tentativas tuvo éxito.
Imagen reciente de Franceco Moser. No me negarán que todavía conserva una planta envidiable.
Los holandeses Hennie Kuiper y Joop Zoetemelk durante el Tour de 1980.Desempolvando algunos retazos del desván de la memoria, podemos admirar algún otro caso de “masters” ganando en profesionales como el del holandés Joop Zoetemelk que con casi 39 años ganó el Campeonato del Mundo de 1985, dos años antes de imponerse en la Amstel Gold Race, siendo ya “master-40”. Precisamente, en aquella primavera de 1985, el citado Zoetemelk vencía en la Tirreno-Adriático, mientras que otro “abuelico”, también holandés, llamado Hennie Kuiper, ganaba la Milán-San Remo con 36 años, tres años antes de abandonar su carrera profesional con 39 primaveras.
Los hábitos competitivos parecen ser determinantes como condición de una longeva carrera deportiva al más alto nivel. “Corredores como Merckx e Hinault eran auténticos animales que iban a todas las carreras con la intención no sólo de ganar, sino de arrasar. Sin embargo, ciclistas como Zoetemelk y Moser fueron mucho más calculadores a la hora de e
nfocar sus objetivos que solían ser uno o dos por temporada. Seguramente esto les permitió estar más frescos y poder correr durante más tiempo”. Así piensa Nathan Dahlberg, un neozelandés que pasó a profesionales en 1988 con el mítico 7 Eleven y que todavía compite en las filas del Marco Polo Cycling Team con 46 añitos. Para este “master” que ha corrido un par de Tours y que ha logrado, entre otros triunfos, una etapa en la Vuelta a Suiza, la cuestión radica en la forma de vida de cada uno. “Obviamente, no puedo hablar por todos, pero realmente no creo que el declive físico sea mucho. Un poco, por supuesto, pero es la forma de vida de cada uno donde está el problema. Pienso que frecuentemente queremos creer que somos demasiado viejos o es demasiado tarde. Pero personalmente, no creo que sea así”. Parece que la vida se vuelve más complicada a medida que te haces mayor y el tiempo pasa más rápido. “Cuando tienes veinte años, tienes lo mejor por delante, cuando llegas a los cuarenta, está por detrás”, afirma Dahlberg. “A los veinte, sales a entrenar, vuelves a casa, duermes y recuperas. Y al día siguiente otra vez. Cuando te vas haciendo mayor, tienes un montón de cosas más de las que preocuparte. Si sales a entrenar, normalmente, lo haces antes o después de ir a trabajar y cuando vuelves, tienes que ganarte la vida y ocuparte de cuestiones familiares o cotidianas. Por lo tanto, no tienes la oportunidad de recuperar como lo hacías cuando eras joven y eso te limita tu entrenamiento diario. Es muy sencillo malinterpretar lo que ocurre y, simplemente, achacarlo a un declive físico. Estoy convencido que el principal factor son nuestras obligaciones y las restricciones que conllevan”.
Desde luego, algo inherente a la edad es la sabiduría que bien pudiera suplir ciertas limitaciones físicas que pudiera acarrear por otro lado.
Hennie Kuiper venció en la Milán-San Remo de 1985 a la edad de 36 años.

