Como quiera que la Tronca de Navidad o Cabirón ha sido generosa esta añada “cagando” turrón y “meando” vino blanco, es menester disipar en la medida de lo posible la herencia calórica de dichos manjares haciendo lo que más nos gusta: salir en bici. El Carajillo Alegre, institución apegada a las tradiciones, no podía dejar pasar la festividad de San Esteban y hoy, 26 de Diciembre, se imponía diseñar una ruta que rindiese homenaje a uno de los primeros siete diáconos consagrados por los Apóstoles. Por ello, no es casualidad que nuestro periplo dominical incluyese la ascensión al Alto de San Esteban como el hito principal que jalonaba nuestra ruta bicicletera.
Parece ser que el Santo, cuya onomástica celebramos hoy, murió lapidado a manos del Sanedrín de Jerusalén, lo cual devino en ser el patrono de los canteros, marmolistas y todo aquel que trabaje la piedra en recuerdo de su martirio. Traigo esto a colación del estado de nuestras piernas por motivos del lacerante frío imperante. Es lo que tiene el invierno. Si bien, alguno de los carajillos tiene a bien despojarse de los guantes, ajeno a la temperatura reinante por muy baja que sea, de tal manera que se ha acuñado con éxito la expresión “Eres más inútil que los guantes de Luisito”, en clara referencia a lo accesorio de dichas prendas, para otros indispensables en las fechas que nos ocupan.
Alto de Sierra de Luna. Preciosa imagen. No por los protagonistas de la misma, sino por el paisaje que se aprecia en la misma. A la izquierda, la atalaya más famosa de las Cinco Villas para los ciclistas: La Monlora. Detrás, las cumbres nevadas del Pirineo Aragonés Central y Occidental en todo su esplendor. Delante, Luisito mostrando sus desnudas manos ajenas a la incomodidad de, en su caso, los inoportunos guantes.