De todos es sabido que desde tiempos ancestrales, las poblaciones, regiones o zonas limítrofes tienen a gala ostentar ciertas rivalidades que en ocasiones, devienen en la aparición de motes, chascarrillos y apodos que se le imponen al vecino en cuestión. Las tierras aragonesas no son una excepción y es de sobra conocido el pique entre la capital del Reino y la del Alto Aragón. Tienen por costumbre los zaragozanos denominar a los oscenses “fatos” que viene a significar en aragonés “tontos”, no se sabe muy bien porqué, pues carece dicha acepción de una base sólida, empírica y, por tanto, científica. Por el contrario, los de Huesca llaman a los de Zaragoza, entre otras lindezas, “cheposos”. Esta vez sí, están perfectamente documentadas las pruebas que certifican que dicha descripción se ajusta a la realidad. Y si albergan alguna duda y prefieren comprobarlo por ustedes mismos, observen la forma que adquiere la columna vertebral de los cesaraugustanos cuando cruzan el Puente de Piedra un día de esos de Cierzo, tan típicos de la capital maña.
Sirva esta introducción para ilustrar lo paradójico de las condiciones meteorológicas que tuvieron que padecer los ciclistas que se presentaron en el Parque Tecnológico de Walqa, para participar en la décima edición del Memorial Mariano Cabrero. En esta ocasión, mientras el aeropuerto de Zaragoza medía vientos de más de ochenta kilómetros por hora, su homólogo en Monflorite (Huesca) daba cifras de más de 100 km/h. Así las cosas, el ambiente en la salida invitaba a todo menos a pelearse contra ese enemigo invisible que azotaba brutalmente las banderas que saludan la entrada a Walqa. Por ello, no es de extrañar que algunos de los allí presentes declinaran la invitación a coserse el dorsal y prefirieran ver la llegada de sus compañeros vestidos con el chándal.
No obstante las inclemencias climatológicas, unos 120 corredores tomaron la salida en esta clásica aragonesa que cumplía su primera década de vida. Lejos quedan aquellas primeras ediciones que finalizaban en el mítico Castillo de Montearagón.
Sirva esta introducción para ilustrar lo paradójico de las condiciones meteorológicas que tuvieron que padecer los ciclistas que se presentaron en el Parque Tecnológico de Walqa, para participar en la décima edición del Memorial Mariano Cabrero. En esta ocasión, mientras el aeropuerto de Zaragoza medía vientos de más de ochenta kilómetros por hora, su homólogo en Monflorite (Huesca) daba cifras de más de 100 km/h. Así las cosas, el ambiente en la salida invitaba a todo menos a pelearse contra ese enemigo invisible que azotaba brutalmente las banderas que saludan la entrada a Walqa. Por ello, no es de extrañar que algunos de los allí presentes declinaran la invitación a coserse el dorsal y prefirieran ver la llegada de sus compañeros vestidos con el chándal.
No obstante las inclemencias climatológicas, unos 120 corredores tomaron la salida en esta clásica aragonesa que cumplía su primera década de vida. Lejos quedan aquellas primeras ediciones que finalizaban en el mítico Castillo de Montearagón.
La carrera de este año se decidió en la primera subida al alto de Las Canteras, si bien, los cinco kilómetros que preceden a esta ascensión desde la línea de salida, fueron tan intensos que parecía que ya se habían recorrido cincuenta a esas alturas de carrera. De esta subida salieron destacados ocho corredores que ya rodaron en vanguardia lo que restaba de carrera y que se jugaron entre ellos la victoria. Una victoria que se decantó a favor de Cera que supo aprovechar la ventaja que suponía la superioridad numérica de su equipo en el grupo. No en vano, cuatro de los ocho escapados eran compañeros suyos, mientras que los otros cuatro restantes pertenecían a equipos diferentes. El octeto en cuestión estaba formado por Cera, Javier, Sergio, David, Paules, Dani, Koldo y Felis.
En este punto de la crónica, nos gustaría destacar un hecho que bien pudiera ser de interés o utilidad a alguno de nuestros queridos lectores. No falta gente que tiene por costumbre consultar a adivinos o videntes que les muestren el futuro y les adviertan de lo más inminente que les pudiera acaecer. Pues bien, ante el intrusismo y la proliferación de falsos profetas, permítanme que les recomiende las dotes predictoras de un zagal de Barbastro que corre en bicicleta en la categoría senior. Les cuento. En un momento determinado de la carrera, a la altura de San Jorge y ante el inminente desenlace de la misma, Dani Arnal, del equipo Barloworld de Barbastro, se acercó a Felis para hacerle la siguiente afirmación, relativa a la superioridad de determinado equipo antes comentada: “¡La que nos va a caer! Nos van a inflar”. Pocos kilómetros más tarde, Felis comprobó como la predicción de Dani se cumplía y sufrían los ataques continuos predichos. Una vez escapado Cera, con Paules y Javier gozando de unos escasos metros de ventaja, Felis y Dani tiraban del resto de escapados para minimizar distancias, acercándose a las estribaciones de la subida que da acceso a Walqa, cuando de nuevo, éste sentenció con otra de sus visiones: “Nos van a remachar en la subida”. Pocos segundos después, Felis observó atónito como se volvía a cumplir la profecía y Sergio soltaba un estacazo en el repecho en cuestión.
Líder Copa Aragonesa Máster-30. Felis.
Líder Copa Aragonesa Máster-40. Willy.
A la derecha, en el apartado Carajillos en acción, tienen un reportaje gráfico sobre el evento.