Ya ha pasado la Quebrantahuesos. Para algunos ya ha finalizado la temporada, la bicicleta no tiene sentido sin el objetivo del año en el horizonte. Los kilómetros de entrenamiento no tienen razón de ser. Los puertos pirenaicos, tan visitados las últimas semanas, e incluso meses, dormirán en la memoria hasta el ciclo de preparación del año que viene. Es hora de hacer balance sobre el resultado, el tiempo a batir, la consecución de objetivos, el planteamiento de cara a la próxima edición. Maldecir los errores e infortunios o congratularse con la excelente prestación ...
Pero El Carajillo Alegre es diferente. Nosotros disfrutamos del juguete todo el año. Quizás sea una ventaja no ser unos adictos a la Quebrantahuesos. Iremos a subir puertos al Pirineo, ahora que seguro se estará más tranquilo. La Quebrantahuesos no es un fin en sí misma.
Es imposible concentrar en unas líneas un esbozo de lo que ha sido la edición QH que acaba de disputarse. Sería como aglutinar más de 8.000 historias. Por eso, nos limitaremos a hacerlo desde le prisma de El Carajillo Alegre.
Este año se presentaba como un aliciente especial, por cuanto se producía el reencuentro de la prueba con carajillos que hacía años que no la hacían, amén de otros incondicionales que no podían participar por diferentes motivos.
El fenómeno Quebrantahuesos sobrepasa cualquier expectativa que se pueda imaginar: ¡8.000 ciclistas! es algo inverosímil. Recuerdo el último año que participé, en 1997, que salimos algo más de 2.000 y me pareció surrealista... Es por esta circunstancia, la ausencia durante tanto tiempo, que este año fue como mi primera vez... en la QH, se entiende.
La verdad es que aunque uno no sea un forofo de la QH, es emocionante formar parte de este evento. Sinceramente, sentí cosas difíciles de explicar durante el paso por las calles de Sabiñánigo, coronando Marie Blanque y, sobretodo, los últimos kilómetros de ascensión al Portalet: el público se agolpa en las cunetas como he visto miles de veces en los puertos del Tour de Francia. No voy a contar aquí mi periplo por los 205 kilómetros de recorrido, sería aburrido por más que me esforzase en hacerlo de otra manera, pero sólo haré constar que gracias a los consejos de Gerardo (vencedor de la edición de 1992), pasé un divertido día de ciclismo, dentro del agotamiento lógico, sin sufrir más calamidades de las estrictamente necesarias y puedo decir que disfruté de la prueba.
Impagable el apoyo de Carlicos Manero en la segunda mitad del Portalet, ahí donde los kilómetros se estiran eternamente. Y emocionante los gritos y litros de apoyo de Diego, Sebas y José Miguel en la cima de Hoz de Jaca. Al final, un tiempo de 06:09 que me dejó bastante satisfecho, dadas mis características escaladoras. Llegué con Willy, en la misma grupeta.
Un poco más atrás llegaba Rubén “Carajillín” con un meritorio 06:32 que creo que está muy bien, después de salir con dorsal blanco. Chemica tardó algo más, las circunstancias de este año no han sido las más favorables para él.
El año que viene ya veremos qué hacemos: si volvemos o no, si nos apuntamos todos o algunos, pero este año esto es lo que hay. Sinceramente, creo que una vez más, hemos hecho honor a nuestro lema: Enjoy Cyling.
Pero El Carajillo Alegre es diferente. Nosotros disfrutamos del juguete todo el año. Quizás sea una ventaja no ser unos adictos a la Quebrantahuesos. Iremos a subir puertos al Pirineo, ahora que seguro se estará más tranquilo. La Quebrantahuesos no es un fin en sí misma.
Es imposible concentrar en unas líneas un esbozo de lo que ha sido la edición QH que acaba de disputarse. Sería como aglutinar más de 8.000 historias. Por eso, nos limitaremos a hacerlo desde le prisma de El Carajillo Alegre.
Este año se presentaba como un aliciente especial, por cuanto se producía el reencuentro de la prueba con carajillos que hacía años que no la hacían, amén de otros incondicionales que no podían participar por diferentes motivos.
El fenómeno Quebrantahuesos sobrepasa cualquier expectativa que se pueda imaginar: ¡8.000 ciclistas! es algo inverosímil. Recuerdo el último año que participé, en 1997, que salimos algo más de 2.000 y me pareció surrealista... Es por esta circunstancia, la ausencia durante tanto tiempo, que este año fue como mi primera vez... en la QH, se entiende.
La verdad es que aunque uno no sea un forofo de la QH, es emocionante formar parte de este evento. Sinceramente, sentí cosas difíciles de explicar durante el paso por las calles de Sabiñánigo, coronando Marie Blanque y, sobretodo, los últimos kilómetros de ascensión al Portalet: el público se agolpa en las cunetas como he visto miles de veces en los puertos del Tour de Francia. No voy a contar aquí mi periplo por los 205 kilómetros de recorrido, sería aburrido por más que me esforzase en hacerlo de otra manera, pero sólo haré constar que gracias a los consejos de Gerardo (vencedor de la edición de 1992), pasé un divertido día de ciclismo, dentro del agotamiento lógico, sin sufrir más calamidades de las estrictamente necesarias y puedo decir que disfruté de la prueba.
Impagable el apoyo de Carlicos Manero en la segunda mitad del Portalet, ahí donde los kilómetros se estiran eternamente. Y emocionante los gritos y litros de apoyo de Diego, Sebas y José Miguel en la cima de Hoz de Jaca. Al final, un tiempo de 06:09 que me dejó bastante satisfecho, dadas mis características escaladoras. Llegué con Willy, en la misma grupeta.
Un poco más atrás llegaba Rubén “Carajillín” con un meritorio 06:32 que creo que está muy bien, después de salir con dorsal blanco. Chemica tardó algo más, las circunstancias de este año no han sido las más favorables para él.
El año que viene ya veremos qué hacemos: si volvemos o no, si nos apuntamos todos o algunos, pero este año esto es lo que hay. Sinceramente, creo que una vez más, hemos hecho honor a nuestro lema: Enjoy Cyling.