El pasado domingo finalizó una nueva edición de la Vuelta a Portugal. Diez jornadas en las que Diego Tamayo se ha enfrentado a un nuevo reto en su carrera ciclista profesional, pues se trata de la vuelta más larga en la que ha participado. Se caracteriza esta ronda por su gran dureza. El calor, la orografía y, sobretodo, el ritmo infernal que imponen los equipos locales que se juegan el todo por el todo en su carrera, hacen bueno el sobrenombre de “A Grandísima”.
Diego que no llegaba con la preparación ideal, pues apenas había tenido tiempo de coger el punto de competición en la reaparición tras su lesión, se ha defendido con valor y ha luchado por ayudar a la Carmiooro-NGC en la pugna, con Sergio Pardilla, por la clasificación general. A nivel particular se ha querido demostrar a sí mismo que podía terminar una vuelta de estas características, si bien, el sufrimiento requerido para tal empresa ha sido considerable. Nos comentaba nuestro amigo que algunos corredores más veteranos, destacaban que en esta carrera se iba más deprisa que en el Tour, pues no hay etapas de transición.