El ciclismo es un deporte que se sustenta básicamente por el aporte económico de mecenas privados que optan por publicitar sus productos sobre la espalda de un esforzado deportista, volcado sobre el manillar de su bicicleta. Bueno, lo de la espalda es un decir, porque la imaginación de los especialistas en marketing ha escrutado al milímetro la anatomía del ciclista y apenas queda algún centímetro de lycra por explorar.
El ciclista, esa valla publicitaria ambulante, es el vendedor del producto, en ocasiones, hasta las últimas consecuencias. Buen ejemplo de ello lo protagonizó nuestro ideólogo e idolatrado Gisland Lambert que debía ir por las casas ofreciendo a las amas de ídem el producto estrella que todo hogar debería tener: Magicreme. La película muestra una época pretérita de nuestro ciclismo, pero algunos aspectos se nos antojan que han cambiado poco o nada. Los ciclistas más carismáticos aprovechan su popularidad para vender su producto, tanto vestidos de corto como de persona "normal".
Uno de los aspectos más cuidados de un tiempo a esta parte, es la idoneidad del producto que se publicita respecto a sus potenciales receptores. Es por ello, que determinados productos no se pueden publicitar por medio del deporte. Esta medida se puso en marcha en otros países europeos antes que en España. No en vano, algunos equipos de por aquí debían modificar sus maillots cuando viajaban allende nuestras fronteras para que no aparecieran determinadas publicidades, todas ellas alusivas al alcohol o el tabaco. El caso más cercano que me viene a la memoria es el de la marca de ginebra MG. Mientras que aquí patrocinaba al equipo Orbea con quien, de la mano de Perico Delgado, ganó la Vuelta a España en 1985, cuando el equipo vasco cruzaba los Pirineos debía cambiar la ginebra por los coches de SEAT. Al año siguiente, Perico se marchó al PDM holandés y con él, además de a su paisano y amigo Mariano Bayón, se llevó también a su ginebra fetiche, aunque tan sólo pudiera lucir su anagrama por las carreteras españolas.
Algo parecido le sucedió a otro licor, güisqui DYC que patrocinaba las incursiones españolas del equipo belga Lucas-Orbea–Müller, en el que militaba Felipe Yáñez cuando ganó una etapa de la Vuelta a España 1987, o a la ginebra Larios que hacía lo propio con el Fagor.
El ciclista, esa valla publicitaria ambulante, es el vendedor del producto, en ocasiones, hasta las últimas consecuencias. Buen ejemplo de ello lo protagonizó nuestro ideólogo e idolatrado Gisland Lambert que debía ir por las casas ofreciendo a las amas de ídem el producto estrella que todo hogar debería tener: Magicreme. La película muestra una época pretérita de nuestro ciclismo, pero algunos aspectos se nos antojan que han cambiado poco o nada. Los ciclistas más carismáticos aprovechan su popularidad para vender su producto, tanto vestidos de corto como de persona "normal".
Uno de los aspectos más cuidados de un tiempo a esta parte, es la idoneidad del producto que se publicita respecto a sus potenciales receptores. Es por ello, que determinados productos no se pueden publicitar por medio del deporte. Esta medida se puso en marcha en otros países europeos antes que en España. No en vano, algunos equipos de por aquí debían modificar sus maillots cuando viajaban allende nuestras fronteras para que no aparecieran determinadas publicidades, todas ellas alusivas al alcohol o el tabaco. El caso más cercano que me viene a la memoria es el de la marca de ginebra MG. Mientras que aquí patrocinaba al equipo Orbea con quien, de la mano de Perico Delgado, ganó la Vuelta a España en 1985, cuando el equipo vasco cruzaba los Pirineos debía cambiar la ginebra por los coches de SEAT. Al año siguiente, Perico se marchó al PDM holandés y con él, además de a su paisano y amigo Mariano Bayón, se llevó también a su ginebra fetiche, aunque tan sólo pudiera lucir su anagrama por las carreteras españolas.
Algo parecido le sucedió a otro licor, güisqui DYC que patrocinaba las incursiones españolas del equipo belga Lucas-Orbea–Müller, en el que militaba Felipe Yáñez cuando ganó una etapa de la Vuelta a España 1987, o a la ginebra Larios que hacía lo propio con el Fagor.
Pero no me negaran que cuesta creer que hoy en día podríamos ver al mejor ciclista del momento de esta guisa:
Pues se trata del gran Eddy Merkx vendiendo cigarros. Sí, como lo oyen, mejor dicho, como lo leen. Aunque el ciclista con el mejor palmarés de todos los tiempos, también hacia publicidad más acorde con su profesión, como muestra la siguiente imagen.
El francés Roger Leveque que fuera profesional durante las décadas de los cuarenta y cincuenta, también se daba a vender licores, como atestigua la siguiente fotografía de la época.
Para finalizar, aprovechamos la excusa de la publicidad para recomendarles el siguiente vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=TjFHcN_UwDE&eurl=http://a0.vox-data.com/6a00e398aeb8360004010981119c50000c-html
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