viernes, 26 de diciembre de 2008

Cuestión de fe

Desde que el hombre es hombre, necesita creer en algo superior a su entendimiento racional. Creer en prodigios que se escapan a todo raciocinio y que emanan de un ente superior. Y si algún prójimo es capaz de realizar uno de esos prodigios, surge la irrefrenable necesidad de idolatrarlo con el fin de ser partícipes de dicha gracia divina.

Este pasado fin de semana, los telediarios soplaban las velas para festejar el no sé cuantos aniversario de la mayor gesta pelotera que vieron los tiempos: el 12 a 1 contra Malta. Algún medio enseñó a la plebe la cabeza del periodista que llevado por la emoción del momento, no pudo reprimir su incontinencia verbal y osó sugerir que el resultado no fuera fruto exclusivamente de lo deportivo. No pasa nada. Para eso se saca a continuación a uno de los protagonistas implicados, Juan Señor, quien imparcialmente y de una manera objetiva explica cómo fue la cosa. Limpia como la patena, se entiende. Y es que queremos, necesitamos creer. Creer que aquella heroicidad deportiva fue eso, una heroicidad deportiva.

Desde los púlpitos mediáticos nos muestran La Verdad. Nos permiten creer en ese prodigio, el milagro de los doce goles, pero no nos dejan creer en el de Johan Museeuw sobre los adoquines del norte de Europa. Nos permiten creer en la pericia de un determinado club de los que juegan al balón que año tras año, elude de manera magnífica el descenso a segunda división para mayor regocijo del presidente de la federación española de ese negocio, pero no nos dejan creer en, al menos, tres de las Vueltas que ganó Roberto Heras. Debemos creernos los métodos milagrosos de un tal Guardiola, pero no los de Bjarne Riis. Tenemos todas las bendiciones para postrarnos ante las medallas doradas del hockey femenino, pero no podemos adorar la rosácea reliquia de Marco Pantani. Por citar algún ejemplo de los dogmas de fe que debemos abrazar para no caer en la herejía. Para no arder en la hoguera inquisitorial de los grandes sacerdotes del periodismo deportivo.


Ahora que es momento de buenos propósitos y promesas que marcarán el devenir del año que está a punto de comenzar, es también menester elevar a los cielos nuestras plegarias ciclistas a todos nuestros santos y beatos profesionales para que no bajen de sus peanas a pecar. Que no contravengan los mandamientos de la Ley de la UCI, AMA, ... y tengamos que postrarnos a orar ante vacías hornacinas. Amén.